Tierra de nadie

Confesiones de un antisemita

La propaganda de Israel tiende a ser macabra. Antes de que los seis barcos con ayuda humanitaria para Gaza levara anclas, el Gobierno hebreo difundía imágenes de mercados de la franja atestados de dulces y pasteles, y hasta recomendaba a la prensa que iba a desplazarse a la zona para informar sobre los rigores del bloqueo el filete de ternera y la crema de espinacas de un restaurante palestino. Ayer, tras asaltar a sangre y fuego las embarcaciones y asesinar a 10 civiles armados con banderas blancas, el Ejército israelí explicaba que no había atacado a la flotilla sino que se había limitado a cumplir la orden de impedir su entrada en el enclave. ¿Y los muertos? Legítima defensa.

Según esa misma propaganda, todo aquel que denuncia los crímenes de este Estado y la constante desproporción con la que utiliza la fuerza odia a los judíos. Es antisemita, por ejemplo, afirmar que Israel ha hecho de Gaza una gigantesca cárcel para 1,5 millones de personas, que en un 80% sobreviven gracias a la ayuda internacional, y que si hay pasteles es porque su única industria floreciente es el contrabando que llega de los túneles excavados desde Egipto. Como lo es, mantener que el muro de 700 kilómetros que consagra el apartheid es una indignidad, o que la actitud de Tel Aviv es la que más empuja a los jóvenes palestinos a las mezquitas y a los campos de terroristas.

Somos antisemitas, en definitiva, quienes defendemos la existencia de Israel, pero creemos que la paz no puede construirse si no se acepta antes el regreso a las fronteras de 1967 y se pone fin a la insensata política de asentamientos en los territorios ocupados. O los que entendemos que la mejor forma de acabar con Hamás son los votos y nos las balas.

La comunidad internacional ha reaccionado muy airada ante esta nueva masacre. Es la misma que protege con fragatas a los pesqueros del Índico, pero que consiente que unos piratas uniformados ataquen en aguas internacionales a barcos desarmados, cargados con sillas de ruedas, casas prefabricadas y cemento. No pasará nada. Israel seguirá con un bloqueo surrealista que impide que lleguen a Gaza desde frutos secos a bolígrafos. Hay terroristas que con un lápiz y un cuaderno son capaces de fabricar un misil de largo alcance. Se sospecha que McGyver es palestino.

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