Tierra de nadie

Aznar y los cursos acelerados de estadista

Consciente de las limitaciones de la LOMCE y siempre atento a las necesidades del país, Aznar ha decidido pasar a la acción para que sus inmensos conocimientos geopolíticos, geoestratégicos, geoestacionarios y hasta geológicos se transmitan a una nueva generación de estadistas, a la que por sólo 18.000 euros al años se le ofrece la posibilidad de doctorarse en liderazgo y cambiar el rumbo de la historia.

La oferta es tentadora. Por lo que cuesta un coche de gama media con todos los extras, el expresidente se compromete a conducir a sus discípulos por los caminos de la democracia liberal, la economía de mercado y el reformismo, y una vez allí desvelarles los secretos de la política y del buen gobierno, sin descartar que en algún momento puedan recibir pistas fiables sobre la localización exacta de la armas de destrucción masiva de Irak o de aquellos cerebros del 11-S que no estaban ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas.

El Instituto Atlántico de Gobierno, que así se llama este centro de excelencia que ha ideado nuestro Churchill con bigote, era una necesidad imperiosa ante el imparable avance del rojerío por las facultades de Ciencias Políticas y la decepción causada por Carlos Floriano, en quien se habían depositado grandes esperanzas para el futuro aunque sólo fuera porque su pelazo resiste con holgura la comparación con el del patriarca.

Adscrito a la Universidad Rey Juan Carlos, el Instituto viene a ser una extensión de FAES, pero con más posibles, ya que a diferencia del think tank del PP, su órgano asesor está integrado por los presidentes de las grandes empresas del Ibex, unas multinacionales cuya generosidad con este tipo iniciativas es proverbial.

Para el debut con picadores, el mini Georgetown de Aznar ha programado ya talleres de fin de semana al módico precio de 1.500 euros, y hay que reconocer que alguno de los conferenciantes son de categoría, casi tanto como sus enfoques. El curso titulado El lobby en España, que se celebrará en marzo, no está pensado para desentrañar las estrategias de los grupos de presión y evitarlas sino justamente para todo lo contrario, esto es, para hacer lobby de manera profesional: "En la actualidad –dice la descripción del seminario- contar con una sólida estructura que permita unas relaciones profesionales adecuadas con distintas entidades del ámbito público y privado debe ser un objetivo estratégico para cualquier institución". A falta del propio Aznar, que debe de estar reservándose, nadie mejor que el comisario Miguel Arias Cañete para impartir doctrina sobre la cuestión.

Tanto por su dilatada y fructífera trayectoria en el Gobierno de España como por su condición de empleado de Murdoch, asesor de Endesa o de otras sociedades filantrópicas como la minera Barrick Gold, sabíamos que el estadista nace. Ahora, gracias a los desvelos de este liberal infatigable, también será posible fabricarlos en serie. Lo más difícil para estos aprendices de gobernante será emular el mohín de cabreo perpetuo, el acento chicano o, incluso, la manera correcta de poner los pies encima de la mesa en una reunión del G-8. Hay que ser realistas: lo que natura no da, Salamanca no presta.

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