Tierra de nadie

¿No iba el PP a salvarnos?

Tenemos tan mitificados los traspasos de poderes que, a falta del inevitable maletín nuclear con su botón rojo, nos imaginábamos a José María Barreda confiándole a María Dolores de Cospedal al oído el lugar de La Mancha del que Cervantes no quería acordarse o algún otro secreto regional comparable. En vez de eso, asistimos a la misma trifulca que montaría un heredero al descubrir que el difunto no sólo le lega las deudas sino también los gastos del entierro. Denuncia el PP que si el pisto fuera yogurt Castilla-La Mancha sería Grecia, una metáfora que a los socialistas les ha parecido muy desleal porque ni las ruinas son comparables ni en Toledo hay tanto tramposo como en Atenas.

No sabe uno muy bien qué esperaba encontrarse el PP, ya que era evidente para todos que la Junta debe hasta de callarse y que su situación financiera es tan lamentable como lo es de la de Murcia o Valencia, donde los perros van sueltos por la calle desde que se acabó la longaniza para atarlos. No se entiende esta sobreactuación que si algo consigue es tirar piedras contra el tejado propio. De tanto decir que la burra está coja, a ver quién es el guapo que intenta luego venderla cuando sea posible emitir deuda y pedir prestado.

Tampoco se comprende que la advertencia de bancarrota y de que no habrá dinero para pagar las nóminas de los funcionarios se haga sobre suposiciones y estimaciones tan rigurosas como la cuenta de la vieja, cuando el propio PP ha anunciado que pedirá auditorías externas en aquellos territorios en los que comience a gobernar, ni que lance acusaciones de que se destruyen facturas, algo que, de ser cierto, sería un delito y exigiría a Cospedal acudir al juzgado con pruebas más consistentes que las del presunto espionaje al que le sometía Barreda.

Tiene el PP en Castilla-La Mancha la oportunidad de enseñar al mundo cómo con austeridad es posible crear empleo por un tubo, multiplicar los panes y los peces y convertir el Tajo en un Amazonas de confianza. Debería agradecer que el PSOE le permitiera demostrar aquello de Fuller de que todo es muy difícil antes de ser sencillo.

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