Tierra de nadie

El silencio de los ricos

A punto de reformarse al descuido el artículo 135 de la Constitución, ese en el que prometeremos pagar antes a los tenedores de deuda pública que los tratamientos contra el cáncer, el único interrogante que permanece abierto es si los ricos del país aceptarán el envite del PP y pedirán, como han hecho sus colegas alemanes y franceses, que suban sus impuestos para solucionarnos la vida y el déficit. De momento no ha habido reacción alguna de nuestros más afamados millonarios, a los que, por lo demás, especialmente en lo deportivo, se les supone un patriotismo inquebrantable.

Existen razones que justificarían su silencio. Es muy probable, por ejemplo, que sigan de vacaciones, ya que este mes de agosto ha sido de locos y muchos habrán permanecido de guardia para especular a la baja en Bolsa en vista de que los mercados se iban a pique. De hecho, a la única rica a la que se ha escuchado este pasado mes y con dificultad ha sido a la duquesa de Alba, aunque al parecer sólo hablaba de su boda. No es que hubiera aclarado mucho, porque desde que Cayetana repartió la herencia entre sus hijos puede que ya no sea ni rica sino simple clase media acomodada.

El otro gran motivo es conceptual. Nuestros ricos no saben lo que son los impuestos en la medida en que nunca los han pagado en primera persona sino a través de empresas, SICAV y otras sociedades interpuestas, y, hasta que cerró, pensaban que comer en El Bulli no era un homenaje a los sentidos en plan lujo asiático sino un gasto deducible del que se ocuparía el contable. De ahí que les parezca precipitado pensar en subirse algo que ni siquiera tienen bajo, lo cual sería difícil de explicar incluso en una clase de Barrio Sésamo.

Lo más conveniente sería ponérselo fácil, con una reforma fiscal que cumpliera el artículo 31 de la Constitución y que, salvo que PSOE y PP decidan cambiarlo este fin de semana, establece la igualdad y la progresividad tributaria, para que cada cual contribuya al gasto público de acuerdo a su capacidad económica. ¿Qué los ricos paguen más? Con que pagasen lo que les corresponde ya iríamos bien servidos.

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