Paula, caminanta. De Valencia.

Volviendo a Valencia, y pasando por todos los pueblos recorridos a pie, me es imposible no recordar tantos momentos vividos, desde que el pasado día 20 emprendimos la larga marcha a Madrid de la que me he tenido de apear temporalmente para volver en breve. Han sido 20 largos días, aún nos quedan unos pocos más.

Días llenos de conversaciones, de discusiones, de abrazos y reconciliaciones. Los días van dejando huella en los pies, en los corazones y en las conciencias. Cada kilómetro, cada metro recorrido ha sido único. Tras días de dudas, de vaivenes, de cuestionamientos, de sentimientos y principios, me doy ahora cuenta de que los cambios por los que luchamos se están produciendo ya, en los pueblos, en los caminantes, en las familias. Está en cada palabra de aliento, cada momento compartido, cada diferencia solventada en el apoyo de las gentes de los pueblos y ciudades , en aquellos familiares de los que por primera vez much@s recibimos palabras de orgullo.

Al igual que mis pies desnudos se han acostumbrado al suelo de la plaza de los pueblos en las que nos reunimos, mi corazón y mi conciencia se han acostumbrado al diálogo y a la escucha.

Si gratificantes han resultado los momentos de risas, de sinceridad, de abrazos, lo han sido aún más lo momentos de discordia, que nos han hecho aprender y enfrentar miedos, día tras día.

Por eso me permito deciros que no desperdicies ni un segundo más sin uniros a la marcha. No os podéis permitir el lujo de dejar de sentir algo así. No os podéis permitir el lujo de dejar de crecer. No os podéis permitir el lujo de no avanzar.

El cambio está en el camino, y la meta no está solo en Madrid, está dónde nosotr@s queramos colocarla.