Luna Miguel

We are so lucky

Esta es la historia de unos pulmones vacíos. Demasiado sanos. Demasiado enfermos. Demasiado llenos de aire y humo como para acordarse bien. Recuerdo mi primer cigarrillo, creo que era 2004... o 2005, en los baños de una residencia francesa durante el viaje de estudios. Marta y Miguel me dieron a probar los Black Devil, esos cigarrillos de color negro con sabor a chocolate que poco a poco se van haciendo empalagosos en la boca. Pasé muchos meses sin volver a probarlo. A finales de 2005 volví a Francia de intercambio (malditos europeos fumetas) y allí Elise me ofreció un Camel. "Tienes que tragar el humo" me decía. "¿Nunca has fumado?". Me moría de vergüenza. Las francesitas guays del instituto fumaban estilosas con sus cigarros caros y sus cajetillas doradas y yo no sabía dar una calada. Comencé con Camel. Me pasé a Lucky. Volví a Black Devil. Me pasé a Lucky.

Otro año casi sin fumar y en 2007 caí de nuevo. Mi médico me regañaba. Me dio igual. ¿Habría sacado buenas notas en Selectividad sin el pitillo previo a cada examen? Camel, Lucky. Camel. Lucky. Chorros de colonia anti humo antes de llegar a casa.

En 2009, ya en Madrid, fui por primera vez a la discoteca Zombie. Que alguien me diga cómo aguantaré seis horas de baile y alcohol sin un puto cigarrillo. "Dentro de unos meses ni te acordarás", dice mi novio.

Comienzo 2011 en casa de mis suegros. Pepa fuma. Pepa tiene que salir indignada de los restaurantes para dar una calada bendita. Comienzo el año. Me duele el pecho. Mi bar preferido está vacío. Mi mente no consigue separar las ideas de Café y Tabaco. "Van juntas, joder, van juntas".

Toso. Me duele el pecho.

La salud es un país desolado.

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