Otras miradas

Regalos navideños: la ciencia nos ayuda a elegir los mejores juguetes

Anna Forés Miravalles

Profesora Facultad de Educación, Universitat de Barcelona.

"Se conoce más a una persona en una hora de juego que en un año de conversación" Platón

Regalar es hacerse presente. En sí el regalo es un presente, por tanto no hay mejor regalo que nuestra presencia. Nuestras vidas agitadas dejan pocos espacios para estar con la familia. Estos días podemos regalar nuestra presencia y nada mejor que jugar juntos o realizar actividades conjuntamente.

La Navidad es un tiempo de regalos de todo tipo. La fiebre consumista está muy enraizada, pero a veces olvidamos que lo básico del regalo es que somos nosotros mismos diciéndole al otro: "Eres importante para mí, por eso he pensado en ti y te traigo este presente".

Muchos regalos de juegos se hacen justamente en estas fechas. El juego forma parte de la oferta de los regalos navideños. Las personas somos individuos que jugamos, criaturas abiertas al misterio y a la belleza.

Cuando el envoltorio es un juego

El juego está en la persona y no en la actividad. Por tanto, somos las personas las que podemos convertir cualquier actividad en juego. Como nos explica magistralmente Imma Marín en su libro ¿Jugamos?: ¿Cuántas veces hemos hecho unos regalos carísimos y los chicos o chicas han jugado más con los papeles del envoltorio que con el mismo juguete?

Es nuestra actitud lúdica la que nos hace disfrutar de un pequeño pedazo de papel o de unas miguitas de pan convertidas en estrellas o personajes. Por lo tanto, esta acción implica un grado de libertad, de querer jugar. No se puede obligar a jugar. En todo caso, se debe brindar la oportunidad de querer jugar, de participar, de formar parte de algo.

Ante la pregunta sobre si son todos los juegos educativos, quizás la respuesta más adecuada sería no. Las personas tenemos la capacidad de transformar cualquier acción en juego y la capacidad de jugar no está en el objeto, sino en nosotros mismos.

Fuente de aprendizaje

Muchos juegos se han creado con una intencionalidad educativa, pero otros que claramente no se han creado para tal finalidad y los podemos convertir en educativos con nuestra nueva manera de jugar con ellos. Jugar es un fuente de aprendizaje clara. Podemos aprender jugando porque el juego trae al aprendizaje:

  • Placer y satisfacción: a través de la necesidad natural que constituye el juego probamos, exploramos y asumimos con normalidad el error porque le permite mejorar y eso constituye una gran satisfacción. Disfrutamos del proceso.
  • Estimula la curiosidad: el juego permite descubrir nuevas oportunidades y nos hace ser más creativos. Ir avanzando requiere que nos vayamos preguntando continuamente sobre qué decisiones tomar.
  • Estimula el afán de superación, de reto y la autoconfianza: el feedback generado a través del juego hace que perseveremos y sigamos afrontando los nuevos retos. Y esto mejora la autoestima, el reconocimiento social del resto de personas con las que juguemos.
  • Supone una oportunidad de expresar los sentimientos: al jugar se expresan de forma natural las emociones.
  • Favorece la interiorización de pautas y normas de comportamiento social: cualquier juego tiene sus propias reglas que se deben conocer y respetar.
  • Estimula el desarrollo de funciones físicas, psíquicas, afectivas y sociales: dependiendo del tipo de juego, ejercitaremos unas funciones corporales u otras. Especialmente interesantes serán los juegos grupales que facilitarán el aprendizaje cooperativo.

Puestos a escoger regalos de juegos, nos podríamos guiar por propuestas que nos hace la misma Imma Marín y otros expertos en la temática y que nosotros recogemos en este crucigrama. Puestos a jugar, juguemos.

 

  • Espejo: los juegos y los juguetes también nos dan una visión del mundo y de cómo lo entendemos. Cuando regalamos un juego o un juguete también estamos regalando una manera de posicionarnos en el mundo. Por ejemplo, regalar pelotas solo a chicos habla de nuestra manera de entender o de limitar la funcionalidad de un juego o juguete para un sexo o para el otro. Pero también les ofrecemos muchas maneras de representarse, por ejemplo, con los juegos simbólicos, simulando ser otros personajes o profesionales diferentes.
  • Otro: es importante pensar en el destinatario del regalo, saber sus gustos y preferencias. Hay muchos juegos y juguetes sobre los cuales elegir. Lo importante es saber qué le hará más ilusión a la persona, qué podrá hacer con aquello y lo que representará. Empatizar y no dejarnos llevar por atractivos del envoltorio o por nuestros propios gustos. Y ajustarlo también al momento evolutivo en el que pueda jugar el destinatario.
  • Seguridad: es un elemento clave para elegir juegos o juguetes a regalar, ver si son seguros o no, especialmente si pensamos en los pequeños de la casa.
  • Finalidad: ¿El juego o juguete será para uso individual? ¿Es un juego de mesa, de acción, de simulación, de diversión para realizar con más personas? ¿Qué espero que ocurra con este juego o juguete? Saber la finalidad del juego nos ayudará a elegir mejor y con más criterio.
  • Instrucciones: lo ideal sería antes de regalar un juego o un juguete haber jugado y si no, como mínimo, leer las instrucciones antes de comprar. Lo importante es saber realmente qué estamos regalando para asegurarnos una buena elección.
  • Más es menos y menos es más: a veces es mejor no saturar de juegos y regalos, dosificarlos, sorprender y poder disfrutarlos poco a poco.

Puestos a regalar, regalemos presentes que nos permitan jugar juntos.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation

The Conversation

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