El PP (con la inestimable ayuda del PSOE) está llegando al clímax de la decadencia democrática. Ya ha destruido el estado de bienestar que tantas décadas costó construir, y ahora se conforma con repartir entre sus amigotes el saqueo de esas arcas públicas amparadas hasta ahora por esa frágil democracia.
Las consecuencias de este saqueo ya las estamos pagando: a precio de vidas humanas. Suicidios, asesinatos disfrazados de inacción a la puerta de hospitales, prácticas de diana humana en las fronteras, retirada de tratamientos vitales para crónicos, reinstauración de la ignorancia cristofascista en las escuelas --odio que lleva, otra vez, al suicidio o, incluso, al homicidio--, promoción de la asesina violencia machista, hambre hasta la muerte, desmantelamiento de la asistencia a víctimas, bloqueo e inaccesibilidad de la justicia, destrucción de la dignidad laboral (que nos devuelve a la depresión y el suicidio, de nuevo), encarcelación y tortura de denunciantes convertidos en presos políticos... La entrada del ébola en España no habría sido posible sin esa orgía de trapisondeo que la pandi de compañeros de carrera, oposiciones, familia o negocios nos han montado en este estado transformado en economato de guerra en el que se reparten el botín mientras la carpa arde. Un circo de tres pistas en el que el público muere aplastado por el derrumbe.
El pueblo español parece no tener fondo en su aguante. O eso quieren creer ellos, los cachorros del neoliberalismo, los lacayos de la plutocracia que se carcajean del sufrimiento en la cara de la víctima y luego le cobran la bala con la que le van a fusilar. Pero empieza a despuntar un fondo que están rozando con sus ladrones dedos. Quizás por eso han hecho un esfuerzo en acudir al paripé de pasear al presidente Plasma por la primera planta del Hospital Carlos III y unos segundos (tras mucho debate sobre si merecían los medios ver su cara en persona o no) a la puerta del hospital desmantelado. Para estos prepotentes profesionales eso es el equivalente de dimitir. Ya me habéis sacado cinco minutos de mi burbuja privilegiada y he estado con los mortales, hala a seguir votando.
Pero el caso de Teresa --y su marido, su hermano... y su querida mascota Excalibur-- ha tocado nervio en la opinión pública. La gente está empezando a cansarse del desdén, el desprecio y la tomadura de pelo de la ministra Mato, del consejero de Sanidad de Madrid, de Rajoy diciendo desde Milán que los otros jefes de estado le felicitan por lo bien que ha traído el ébola a Europa... Y esa banda de ineptos se preocupa, un poco. Lo justo para hacer leves gestos (de fastidio la mayoría, pero gestos) que demuestren al "fétido pueblo" (eso les parece a juzgar por la distancia) que también son humanos. Queda por ver si esos que les votan compran estos gestos demasiado escasos, demasiado tarde y siguen votando al verdugo o incluso insultando al que le señala.
Por ahora parece ser que el PP va a seguir la ruta marcada en su mapa: privatización, propaganda y, cuando alguien proteste, criminalizar a la víctima. Porque esto es lo que han venido haciendo. En este caso de la trabajosa (porque cuesta trabajo ser tan inepto, temerario y contrario al sentido común como han sido ellos) importación del ébola a Europa ha sido así. Veamos.
Lo primero es la privatización. Porque la base de todo esto es puro negocio, dinero, poder. Y ese dinero viene de la privatización y saqueo de lo público. Algo que el PP ha ejecutado con una determinación psicópata. Los casos de desmantelamiento, cierre de centros de salud, aislamiento sanitario de regiones enteras y despidos son innumerables, pero creo que uno de los más injuriosos es el de Madrid. En el caso de Madrid, bastión de los emprendedores saqueadores, la ola privatizadora ha dejado la Sanidad arrasada hasta los cimientos y a sus trabajadores diezmados, explotados y agotados. Para hacernos una idea de lo que llevamos sufriendo de manos del PP, basta con repasar los cuatro consejeros de Sanidad que hemos tenido gracias al Partido Popular:
Juan José Güemes: Marido de Andrea "Que se jodan los parados" Fabra. Tras vender la gestión de los análisis clínicos de seis hospitales madrileños (y de más de 250 centros de atención primaria incluidos en su área de influencia) a Unilabs (propiedad de los amiguetes de CAPIO) fue nombrado consejero de administración en una clara devolución de favores / puerta giratoria que, descubierta y denunciada, le obligó a dimitir del chanchullo pepero. Dio una conferencia en el Hotel Ritz sobre Sanidad con el revelador título "Aproveche las oportunidades de negocio para su empresa". Un cebo dirigido a constructoras, entidades financieras, aseguradoras sanitarias, empresas de equipamientos sanitarios y, en fin, todos los negocios que quieran subirse a la ola privatizadora --así la llamó el propio consejero del ramo, Juan José Güemes--. Es ahijado de Rodrigo Rato. Güemes ha sido Imputado por cohecho y prevaricación.
Manuel Lamela: El criminalizador / acosador impulsor de la campaña difamadora contra el Doctor Montes y sus colaboradores, que fueron exonerados finalmente por la justicia. Es conocido como El exconsejero de Sanidad que terminó forrándose con la sanidad privada. Gestiona un hospital que él mismo adjudicó. Imputado por cohecho y prevaricación. A pesar de estar imputado por tráfico de influencias y prevaricación durante el proceso de privatización de la sanidad madrileña, Ana Mato le contrató para cambiar el modelo de gestión del hospital de Melilla.
Javier Fernández Lasquetty: Intentó privatizar 6 hospitales públicos y provocó la Marea Blanca que finalmente recibió (un templado) apoyo judicial que impidió las privatizaciones y obligó a Lasquetty a dimitir.
Javier Rodríguez: El actual consejero, famoso por su despreciable "Para explicar cómo quitarse o ponerse un traje no hace falta un máster", ha acusado a la enfermera infectada de ébola, Teresa, de ser ella la responsable del contagio y de "mentir" sobre su fiebre. Como el PP parece estar concursando a "mejora al canalla anterior", este personaje Rodríguez fue expedientado por la muerte de 2 pacientes a su cuidado en 1990. Toda una autoridad en criminalizar a sus víctimas para esconder su desprecio por la vida ajena.
Estos Cuatro Jinetes del Apocalipsis, han dejado nuestra Sanidad como un erial. Por supuesto, es fácil olvidar las consecuencias de estas prácticas que puestas en discurso clínico (como hacen ellos a través de sus ejércitos de limpiamierdas y contertulios) parecen un mero proceder administrativo, pero los desmantelamientos de servicios son pura ideología, guerra, realidad personal. Y en ningún lugar han sido más evidentes las peligrosísimas consecuencias de esos desmantelamientos para regalar lo público a los amiguetes que en el Hospital Carlos III. El desmantelamiento de la instalación médica de referencia para enfermedades tropicales y contagiosas de España para convertirlo en un centro de media y larga estancia para pacientes crónicos dependiente del Hospital de La Paz es uno de los mayores disparates que se han vivido en este asedio a los derechos de la ciudadanía.
La historia del desmantelamiento-recuperación-desmantelamiento del Carlos III es tan surrealista que daría para una película de los Hermanos Marx, pero baste decir que cuando se habían destruido todas las instalaciones y laboratorios, además de las investigaciones, entrenamiento y formación del personal, surge la idea de traer al cura Pajares y precipitadamente se improvisa la recuperación de lo poco que queda del centro de infecciosos. Muere el cura Pajares y, sin pestañear, se vuelve a desmantelar lo poco restaurado (porque las instalaciones del PP sólo son para curas y fachas, no para el pueblo). Aparece otro caso y se vuelve a improvisar un conato de recuperación del multi-desmantelado centro de infecciosos, pero esta vez, con la confianza de lo ocurrido, ni se desaloja a los pacientes crónicos de otras plantas. ¡Vamos a jugar a la ruleta rusa en condiciones!, ¡hagámoslo más emocionante!, ¡incrementemos las balas en la recámara!, parece decir el PP. Y es ahí donde una bala sale disparada hacia... una trabajadora inocente, fuego amigo, daño colateral. Pues en lugar de reconstruir, ya seriamente, el centro de referencia de enfermedades tropicales e infecciosas, en medio de la peor crisis de ébola fuera de África, ¡adjudicas en el BOCM las obras para convertir el excentro de referencia de enfermedades infecciosas en uno de media y larga estancia! Sobre este surrealista proceso, me limitaré a invitaros a leer el texto del grupo Hospital Carlos III en Lucha que denuncia el absurdo proceso en su entrada Nota sobre las obras del Carlos III. Entre otros datos, aclaran:
Resumiendo... Se te mueren dos pacientes de ébola en el hospital y, acto seguido, en lugar de tomar todas las precauciones (que ya estaban en marcha) por si aparecen pacientes nuevos, decides continuar desmantelando el único hospital que tú mismo consideras apto para acoger pacientes de ébola. Fabuloso.
Sin tratar de ser tan siquiera mal pensados, eso puede que incluso sea digno de considerarse delito contra la salud pública y/o imprudencia temeraria con resultados fatales. Pero, de lo que no hay duda es de que representa una prueba irrefutable de la absoluta carencia de interés en la salud pública que han venido mostrando la Consejería y la Gerencia de La Paz - Carlos III a lo largo de toda esta Alerta Sanitaria internacional.
Y, hay que decirlo de nuevo, todo esto ocurre a pesar de que hace ya un año y medio los profesionales del Carlos III les pidieron en persona a los responsables de la Consejería que no desmantelaran el hospital hasta tener alternativas para las funciones que el centro venía cumpliendo. Que todo el mundo tenga por seguro que las advertencias de los profesionales sanitarios no son caprichos gratuitos, porque desoírlas suele salir muy caro, y en esa sordera voluntaria las Autoridades Sanitarias han demostrado ser los mejores.
Ese ha sido el primer paso, pero sin el segundo no se podría haber ocultado, disfrazado, justificado a la opinión pública, o incluso haberlo distorsionado hasta hacerlo parecer algo beneficioso, todo este demencial saqueo. Y ese paso es la propaganda. La derecha, la oligarquía con querencias feudales, no sería nada sin la propaganda que permanentemente propagan a través de su carísimo monopolio mediático. No voy a revisar yo ahora el escandaloso uso a lo Goebbels que el PP hace de la propaganda, o publicidad, o marketing, como queráis llamar a ese fenómeno por el que llevamos años leyendo titulares como este: La publicidad se come el presupuesto del Gobierno de Esperanza Aguirre (para quien se siga preguntando cómo ganaba las elecciones). Con un subtítulo que en 2011 afirmaba: El Gobierno regional ha destinado 620 millones a promociones desde que empezó la crisis. Este año gastará 111 millones, cinco veces más que Cataluña. Barbaridades que se nos han olvidado o casi hemos asumido como normales. Por no mencionar los pagos del PP a través de la Gürtel a Libertad Digital o por otros medios a La Razón, ABC, Intereconomía y toda una serie de empresas ruinosas mantenidas con dinero de la Iglesia y público para intoxicar y confundir a la opinión pública y permitir estos delitos.
Esa propaganda se evidenció en el empeño del PP en traer a dos curas ancianos y moribundos a pesar de saber que las oportunidades de supervivencia eran mínimas y las de contagio de ébola a la población española máximas. La utilización de los mitos cristofascistas de la Iglesia es fundamental para el PP si quiere la colaboración de los poderosos prebostes y herederos franquistas que siguen dominando la economía y el poder de facto en España. A pesar de que algunos denunciamos la situación y la escandalosa situación financiera de la orden de San Juan de Dios a la que pertenecían los curas (para tener los datos de la millonaria riqueza de la orden que especula y posee sicavs os invito a leer mi entrada El ébola desenmascara al PP y a la Iglesia), el PP pudo inundar toda la opinión de mentiras y medias verdades sobre lo heroico de los misioneros (sobre esta mentira de la supuesta generosidad de la Iglesia y los gobiernos os invito a leer el magnífico escrito de Marcos Roitman Ébola, España, África y el negocio de las farmacéuticas). La Iglesia no ha hecho otra cosa más que saquear el tercer mundo y recibir a cambio jugosas subvenciones, poder y dinero. Cristofascistas que van de generosos. Propaganda engañosa.
Y así llegamos al último punto de este repulsivo modus operandi del PP: culpar a las víctimas, los trabajadores, de las consecuencias de sus criminales prácticas saqueadoras.
Esa criminalización, como hemos visto en los movimientos sociales y la Ley Mordaza, es el santo grial del PP, la Iglesia y la derecha en general, para desactivar la disidencia. Eso, obvio decirlo, lo han aprendido de la Iglesia que hizo un arte de convertir a la víctima en verdugo (máster perfeccionado por la Santa Inquisición) y al verdugo en víctima (toda una industria del victimismo).
En el caso de Teresa ha sido repugnante la inculpación de la víctima por su delirante falta de recursos, formación y asistencia.
Sería casi imposible resumir los repetidos intentos del consejero de Sanidad de Madrid, de Ana Mato, de Rajoy y de todo el PP de hacer creer que la infección de Teresa había sido responsabilidad de ella misma por ignorar un (inexistente) protocolo y, prácticamente, empeñarse en auto-infectarse. Y se hace más insultante cuando recordamos los inexplicables riesgos e ineptitudes que hemos venido viviendo en este caso. Desde los repetidos intentos de Teresa en que la traten, llamando por teléfono a La paz y Carlos III alarmando sobre su estado, pasando por las negativas de los directivos de ambos centros que la redirigieron a su ambulatorio, pareciera que se ha buscado el contagio del ébola.
Esta temeridad promocionada por el PP se resume en datos como que Sanidad desoyó la alerta del camillero que recogió a la infectada en su casa y sin ser desinfectada, la ambulancia recogió a siete pacientes más. ¿El PP va a culpar al camillero por no entrar con una pistola en el centro e impedir que las ambulancias salieran?
Pero, encima, se acusa a una persona debatiéndose entre la vida y la muerte. Que no se puede defender y a la que se acosó en pleno ingreso para obligarla a auto-inculparse. Asqueroso.
En ese sentido, la foto que abre este artículo es una captura del repugnante ejercicio de criminalizar a la víctima que la televisión de Castilla La Mancha, propiedad de Cospedal la pepera Atila, ha ejecutado a través de esa amoral presentadora que luego, cuando las fieras no la necesiten y se vuelvan contra ella, como en Canal 9 Valencia, pedirá ayuda a los que ha traicionado. En titular resumido: La televisión de Cospedal se burla del contagio de Teresa Romero.
Pero, la gente está despertando. Y el PP cada vez parece más desesperado. ¿Cuánto nos queda para tocar fondo?
Por ahora, con que Teresa salga de ésta ya nos vale. Será un símbolo para muchos y muchas. Te necesitamos.
Y mientras ella se recupera, puedes firmar la petición que ya se ha creado: Presidente del Gobierno: Conceder la Cruz del Mérito Civil a Teresa Romero.
Comentarios
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