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Gripes

Uno termina por desconfiar de lo que cuentan los cronistas. En principio, no hay descrédito en ello. Desde Heródoto hasta hoy, abrirse paso en la jungla de los hechos y conservar la distancia que aconseja la prudencia o, mejor, el escepticismo, nunca ha sido fácil. A veces el cronista se deja llevar por su propia prosa. Otras, cae en el entusiasmo de la primicia exclusiva (el scoop) o en el placer vergonzante de dar malas noticias.
Desde hace pocas décadas, el cronista viene perdiendo independencia no ya de juicio sino de observación de los hechos, acuciado por sus jefes para que el periódico aumente sus ventas o el telediario sus espectadores. En este 2009, los cronistas en general no escriben, sino que transcriben lo que les dictan sus superiores, estos, a su vez, orientados firmemente por "la empresa" y esta, a su vez, por el público, que prefiere no pensar en lo que le atañe: la crisis económica.
Hasta hace pocos días, en México, la nueva gripe A había infectado a más de 1.500 personas y causado casi 200 muertos. Hoy se habla de unos mil infectados y de unos 40 muertos. La difusión rápida del virus hizo que la Organización Mundial de la Salud, en una escala de 1 a 6, clasificara oficialmente la situación en la categoría 5: "pandemia inevitable e inminente". Los criterios de la OMS son independientes y claros, no se le puede achacar afán de lucro ni de infundir pánico.

El cronista, en cambio, debería sentirse obligado a verificar y evaluar correctamente los hechos. Un cronista serio debería no sólo reseñar fielmente lo que las autoridades sanitarias comunican, sino recabar datos que pongan la situación en una perspectiva correcta, evitando todo sensacionalismo. Hasta ahora no es ese el caso.
Por ejemplo. Se sabe que el virus es esta vez menos agresivo que en otros años: si la gripe A se ataja en las primeras 48 horas, la probabilidad de supervivencia es muy alta, más que en el caso de otras gripes. Pero nadie, que yo sepa, nos ha dicho todavía si los enfermos curados quedan inmunizados contra la nueva gripe A. Por otra parte, dar un número de muertos tiene significado si se compara este dato con el correspondiente a la gripe común, que también es pandémica. La sorpresa es enorme: en Francia, la gripe común mata a unos 2.500 enfermos por año. Y en Estados Unidos el número de muertes es de unas 36.000 por año.
Sin embargo, nadie ha aconsejado mascarillas contra la gripe común.
Y, desde luego, no hay mascarillas contra la crisis económica...

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