La trama mediática

Consulta, que algo queda

El viejo lobo de los mares de papel Martín Prieto acaba de desembarcar en La Razón, procedente de El Mundo. En la mudanza ha debido de perder el corrector ortográfico, el manual de gramática y hasta las instrucciones para consultar la Wikipedia -luego se lo explico- pero no la munición dialéctica de racimo. Vean: "Los catalanes independentistas llevan a sus espaldas la cruz de la medialuna. Acabarán rezando en árabe arrodillados en sus mezquitas. Los helvéticos, como carecen de complejos, ha prohihido [sic] los minaretes". Dejo a propósito el doble error (el de concordancia de número y el tipográfico), sumable a otra media docena de lapsus que contenía la columna, entre los que destacaban el cambio del apellido de la esposa de Jordi Pujol, Ferrusola, por Ferrula y la utilización de la palabra "salazismo" por salafismo. Documentadísimo texto, pardiez.

Acháquenselo, si quieren, a la prisa por llegar a tiempo para participar en el gran campeonato de tiro por elevación a lo catalán que se disputa estos días en nuestros abrevaderos mediáticos habituales. Paradojas de la selva opinitiva, las consultas del pasado domingo fueron despreciadas como "sainete", "mascarada" (El Mundo) o "parodia" (La Razón), pero merecieron un despliegue de primera división. Vestidos con sus mejores galas, los analistas nos dejaron detallados autorretratos democráticos, como este firmado por Iñaki Ezkerra en La Razón: "La gente puede ser sensata o puede no serlo. Mejor no amagar, no banalizar el referéndum y no darle la oportunidad de votar 'sí' o 'no' a la guillotina aunque se trate de una consulta no vinculante". Eso, que luego la gente se vicia y le coge gusto a la urna.

El Parlament aprueba estupideces

Eso lo refrendaría -uy, perdón por utilizar ese verbo- el columnista de El Mundo Santiago González, a quien las decisiones de un Parlamento elegido por sufragio universal le parecen estupideces. ¿De dónde me saco esa idea? De su columna de ayer. Lean, lean: "Lejos estábamos de pensar entonces que un presidente del Gobierno iba a incurrir en el disparate de prometer a los suyos dar por buenas las estupideces que aprobaran en el Parlamento de Cataluña".

Como epítome de toda la tinta tóxica vertida sobre las consultas y asuntos anejos, les propongo un texto de Jorge Trías Sagnier en ABC sobre el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, sospechoso de catalanismo. Su título lo dice todo: "El aborto del cardenal". Imaginen el resto.

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