La trama mediática

El que no bote, catalán

En 1931 —suspiren con nostalgia— ABC publicó más de mil artículos sapoculebreando contra la perfidia nacionalista catalana. Camino va el vetusto de triturar su propio récord. Ayer, otros dos soplamocos. Y de qué tamaño. He aquí una muestra del que lanzaba de sotamano Martín Ferrand: "Los catalanistas, de izquierdas o derechas, se cuecen en su propio jugo y, con gran sentido unitario que compatibilizan con sus proclamadas diferencias, viven del ordeño de un espíritu cerrado y recalcitrante al que bautizan como 'identidad' y que les da de vivir".

No es exactamente vanguardia argumental, pero es conocido que en esta materia es preceptiva la brocha gorda. Si lo sabrá Carlos Herrera: "Aquí entra el habitual instinto de indígena amenazado que, curiosamente, exhiben algunos catalanes. Como si se tratasen de los galos de la aldea de Astérix, las autoridades y la grey nacionalista gustan de expandir la idea de que se trata de un pueblo cercano, amenazado, al que le resulta imposible desarrollar cualquier de sus actividades históricas".

La Razón no se queda a la zaga en el despelleje al abyecto periférico. Y si hace falta, hasta se pone atrabiliario, como el columnero que atiende por Cefas: "En el nacionalismo, tanto catalán como vasco, hay muchos que hablaban en castellano con su pareja y era su idioma habitual. Nadie les obligaba. Fue entrar en política y abrazar con fervor tan inusitado como sorprendente esa idea del catalán como idioma dominante". Nivelón, ¿eh?

Senderistas en las aulas

Si buscan responsables de tal pobreza expositiva, no alberguen la menor duda. Es de las maestras y los maestros, a los que acaricia así Alfonso Ussía: "Habría que examinar de nuevo a la mayor parte de ellos, responsables en buena medida del nivel de analfabetismo de nuestros jóvenes, que abandonan el colegio con las faltas de ortografía en la cabeza y el sesgo histórico en el hígado". De propina, añade que van a los colegios "vestidos de senderistas".

Se ve que hay muchas ganas a los enseñantes revoltosos. "Cátedros perrofláuticos" los llama Federico Jiménez Losantos en El Mundo. Y en el mismo viaje, les endosa este pedazo de mochuelo: "Si los maleantes que insultaban y golpeaban -siempre con el respaldo de los faisanes de Interior- a la peregrina en silla de ruedas, tienen voz y coz en las asambleas de los docentes, flaco favor se hacen los profesores a sí mismos".

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