Diario de un altermundista

Pacifistas y no a la guerra

Hoy se cumplen 10 años de las masivas protestas contra la guerra de Irak en las que millones de personas salieron a la calle por primera vez (muchas otras eran repetidoras) para decirle al gobierno de José María Aznar: no en mi nombre, si deciden ir a la guerra sepan que no estamos de acuerdo el 90% de la población. O al menos ese fue el caso del Estado español. José María Aznar, con su particular talante poco dado a las reglas de la democracia, se reafirmó en su mayoría parlamentaria y siguió con su particular aventura de embarcarnos en una guerra que situó en el mapa a España como un país belicista.

Esta actitud de soberbia y la injusticia de empezar una guerra justificada con mentiras hizo reaccionar a la gran mayoría. Pero quien permitió que esta rabia e indignación fuera canalizada en forma de protestas pacíficas fue la base social de siempre. Activistas de largo recorrido que con su esfuerzo trabajo continuos consiguieron mucho más que unas protestas en la calle que finalmente no consiguieron parar la guerra. Consiguieron desacralizar la imagen de un gobierno que se mostraba omnipotente y de un líder aparentemente intocable. Se prendió la chispa de que el cambio era posible, de que saliendo a la calle pueden conseguirse grandes cosas. Y esto en un país con tanta poco recorrido democrático, fue relevante. No son pocos los y las activistas de hoy que aprendieron a protestar en la calle gracias a aquellas movilizaciones.

También fue relevante, para el pacifismo, introducir el mensaje pacifista y noviolento en los movimientos sociales, y proponer formas de protesta pacíficas, sin violencia, en consonancia con el mensaje antibelicista de las manifestaciones. Decir "no a la guerra" supuso para buena parte de los movimientos sociales plantearse si estábamos contra una guerra, contra todas las guerras o contra la violencia en sí mismo y quizá ayudó a que las estrategias de quienes vinieron después incorporaran como elemento primordial las protestas pacíficas y la noviolencia. Quizá hablemos todavía de noviolencia pragmática. Puede que sí. Pero para quienes nos consideramos pacifistas es un gran avance.

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