Al sur a la izquierda

No me llames AR, llámame periodismo

Está a punto de pasar. Estamos a punto de verlo. Tras la comparecencia colectiva de ayer en los juzgados, y para que su caso no caiga en el olvido, el programa de Ana Rosa Quintana debería emitir hoy una edición especial para relatar, no, no, relatar no, para denunciar con valentía el suplicio mediático y judicial al que han sido sometidos su directora y varios redactores por haber entrevistado a la esposa del asesino de Mari Luz tras tenerla aislada varios días para salvaguardar su libertad de conciencia y no, como han dicho algunos envidiosacos de la profesión, para evitar entrevistas de otros medios o, dado que la mujer tiene una discapacidad psíquica, para impedir que pudiera volverse atrás si alguien con un coeficiente normal la alertaba de los riesgos que corría. Por eso están imputados por un delito de coacciones.

Isabel García declaró a AR que su marido "se cargó" a Mari Luz, que es como se dicen las cosas en estos programas, sin pelos en la lengua. La imputación judicial es buena prueba de que el gran periodismo nunca sale gratis, y no gratis en el vil sentido de que haya que ablandar a algún entrevistado con un cheque vil, que eso es irrelevante en el gran periodismo, sino que nunca sale gratis para el honor profesional de quien lo practica. De hecho, Ana Rosa y los suyos nunca olvidarán este caso. No deben olvidarlo ellos, pero tampoco nosotros, los demás miembros de esta profesión: es importante que lo recordemos y lo contemos, pues en mantener vivo el recuerdo de este caso nos jugamos mucho. No permitamos que la conducta profesional de Ana Rosa y sus muchachos caiga en el olvido. No sería justo.

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