Al sur a la izquierda

Aristóteles no habría entendido nada

 

Han concluido los congresillos de elección de delegados en Andalucía y nadie sabe a ciencia cierta el resultado. La gente que defiende la opción de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general sostiene que la pugna ha quedado en una proporción de 60/40 favorable al exministro del Interior. La gente que defiende la opción de Carme Chacón sostiene... bueno, en realidad la gente que defiende a Chacón no sostiene nada porque oficialmente apenas existe dicha gente. La valedora de la exministra de Defensa es, en teoría y oficiosamente, la número dos del PSOE andaluz, Susana Díaz, pero dejó bien clara ayer su posición oficial: "Ni niego ni confirmo que la dirección andaluza vaya a apoyar a Carmen Chacón". Sin embargo, la batalla campal que se ha organizado en el PSOE de Sevilla ha tenido lugar, entre otras razones, porque Susana Díaz y el presidente provincial del partido, Fernando Rodríguez Villalobos, con el conocimiento y el consentimiento del presidente Griñán, promovieron una candidatura de delegados alternativa a la del secretario provincial, José Antonio Viera, declarado partidario de Rubalcaba.

 

No es preciso haber escrito una segunda parte de la Lógica de Aristóteles para advertir que algo falla en la cadena argumental de Díaz, pues tanto ella como el presidente han movilizado buena parte de sus poderes en la promoción de listas favorables a Chacón. Griñán y Díaz tienen derecho a administrar sus tiempos, pero, mientras toman una decisión, la estrategia que vienen desplegando de cara al congreso federal no resulta fácil de entender. Y no sólo no resulta fácil de entender para los razonables seguidores de Aristóteles: es que tampoco los amantes de Maquiavelo y sus intrigas consiguen seguir bien el maldito hilo de lo que está pasando en Andalucía.

 

Todo empieza a apuntar a que sucederá lo siguiente: Griñán escuchará, como dijo, a sus ocho secretarios provinciales pero finalmente no se pronunciará por Chacón, dado el riesgo de que la exministra pierda el congreso y de que esa derrota merme las posibilidades electorales de los socialistas el 25 de marzo. Si lo hace así significará que se retira a mitad de la batalla que él mismo había comenzado, lo cual sería desconcertante. ¿Cabe la posibilidad de que el presidente opte finalmente por Rubalcaba? Cabe, pero si lo hace así significará que cambia de bando a mitad de la batalla, lo cual estaría feo. Y cabe, claro está, que no opte por guardar silencio, pero si lo hace así dejaría a todo el mundo sin habla. Lo cual, bien pensado, tal vez sea lo mejor.

 

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