Puntadas sin hilo

La Ley de Muerte Digna y el Consejo de Ministros

 

Aunque aún sea insuficiente, mi máxima consideración para el Gobierno. Probablemente no se podría ir más allá y regular la eutanasia y la asistencia al suicidio. Aun así, veremos si es aprobada por el Parlamento. La Iglesia y las oscuras fuerzas aletearán sobre la decisión. Sabremos qué piensa y vota el católico PNV y loa demócratacristianos de CIU. Del Partido Popular no hace falta saberlo, porque ya lo sabemos. Esperemos que dé tiempo a tramitarla en Congreso y Senado, y preceptivas consultas previas.

Tal vez por mi edad, mi mayor obsesión es tener que sufrir para morir. Nunca lo he comprendido. Como adivinarán ustedes, no creo en Dios. Por fortuna, ello no me inhabilita para vivir en sociedad. Entiendo que esta ley, que autoriza a renunciar a tratamiento médico, y el derecho al uso de sedaciones terminales aun a costa de acortar la agonía y acelerar la muerte, a los creyentes les parezca una monstruosidad. Es primavera, amo profundamente la vida, y espero y deseo que la Naturaleza me facilite estar con ustedes mucho tiempo. Pero, ¿qué derecho tienen unos médicos a mortificar mi existencia hasta el límite de la vida, quiénes son, sobre qué y en quiénes se apoyan? Hipócrates no dijo eso. ¿Por qué tengo que depender de la benevolencia o no de unos médicos para aliviarme el dolor? He visto morir a amigos a quienes sus mujeres les daban subrepticiamente sedantes. Afortunadamente, la ley no concede a los médicos la objeción de conciencia. Es grotesco que la aleguen, con o sin argucias. Lo que regula la ley son derechos inviolables del paciente. Esta ley, sencillamente, refuerza la alegría y la emoción de vivir. Y la libertad de los habitantes de España.

Al margen: El Barça es un equipo maravilloso: Ayer, en el autobús que les paseaba por Barcelona para celebrar el título de liga, colocaron unos carteles que decían  "Llorca al nostre cor". (Lorca en nuestro corazón).  Son grandes.

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