Pues ya le han dado el verano al PP.  Rubalcaba reduce a siete puntos la ventaja del PP, según lo publicado hace hora y media por el Centro de Investigaciones Sociológicas.  Ahora vendrá lo de que está cocinado y manipulado, que la mejor encuesta es la de las urnas, etcétera.  Puede que tengan razón, pero en todo caso queda patente que estamos ante un candidato serio, que parece que va a saber explicar a los ciudadanos las causas de la crisis, que no insulta, que supera faisanes y municipales, que parece, y la gente empieza a creerle, que no prometerá más de lo que pueda o podría cumplir, y que su concisión y agilidad mentales son envidiables.  Exactamente lo contrario del difuso Rajoy, que se limita innoble y apolíticamente a aprovecharse del descontento de la población.

La próxima e importantísima batalla en septiembre cuando explique su programa en la Conferencia Política del PSOE, ya con Zapatero de cuerpo presente. Renace, pues, la esperanza. Acusado de viejo, resulta que es el más joven, es quien más se acerca al 15-M, quien ya tiene twitter como herramienta de trabajo, quien visita los pueblos de España para constatar preocupaciones, quien no cae en la miseria política de la insidia, quien comienza a creer que su aventura es posible.

Veremos qué dicen los desertores del voto, los acerbos críticos, veremos si toman por cierto que con él ni el PSOE ni la política española serán más de los mismo, veremos si los débiles, y los parados, y los mileuristas, y los jóvenes sin trabajo, y los pensionistas atisban que a todos ellos les podría ir mejor, veremos si los bancos le sostienen el pulso, veremos si los medios de comunicación ultramontanos acentúan su indignidad.

Veremos, en fin, si renace la esperanza o solo ha sido un espejismo, una mínima reacción química del desencantado.

Es difícil que gane, pero puede no perder.