Puntadas sin hilo

La vida fuera de la política

 

 

¿En agosto también tenemos que soportar campañas electorales, estamos condenados los 365 días del año? Por favor, déjennos tranquilitos durante este mes, aunque se hayan anunciado elecciones.

Así podríamos dedicarnos a hablar, por ejemplo, del medioambiente, del desamor, de los nietos, de la soledad, de las fiestas del pueblo, de si el mundo está bien hecho, de qué hacer cuando un hijo no quiere estudiar o descubrimos que se droga, de Neymar, de que la revista Hola ya no es lo que era, de los amores ocultos, de los amores imposibles, de la delación, de que veraneamos menos porque no tenemos dinero, de las bodas de plata de aquellos amigos, de lo rico que es Amancio  Ortega, de por qué la gente va en camiseta de tirantes y chanclas por la calle, del Papa, bueno, del Papa no, que eso es política, de José Tomás, de llorar porque se nos ha muerto el perro, de la diferencia entre los jóvenes de hoy y de hace veinte años, y de treinta, de si era mejor la educación de los padres antes que ahora, incluso de la poesía, de las sectas, del Opus Dei, de Internet, de qué pensamos realmente de los inmigrantes, de por qué hoy duran tan poco las parejas, de los errores médicos, de si es posible enriquecerse siendo honrado, de la cirugía estética, de la importancia de la belleza, de lo que no nos atrevemos a hacer normalmente, de la violencia por diversión, de la distancia y la ausencia, del grupo, de la pandilla, de los trillones de anuncios que vemos durante la vida, de los vecinos, de los malos tratos psicológicos, de si los españoles tenemos sentido del humor, de los recuerdos, del verano, del derecho a la pereza.

De la amistad.

Y así. De las cosas  que deberían ocupar el 98% de nuestras vidas.

¿Quieren que hablemos de alguno de estos temas, de cuál, de algún otro?  ¿O prefieren que sigamos vareando el olivo de lo político?

 

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