Asuntos & cuestiones

El precio de la historia

La bula que se adquiría haciendo donaciones a la Iglesia y permitía al creyente comer carne en días prohibidos se ha extendido a la política. Ahora, previo pago de una cantidad, los pecados mortales se convierten en veniales y se accede por la puerta grande al mundo la de la política internacional.

"Gadafi va por el buen camino", dijeron. Pagó cien millones de dólares a cada una de las familias de las víctimas del avión que explotó en Lockerbie (murieron 259 personas). El dinero no era suyo. Ahora va a invertir grandes sumas en los países que le boicoteaban. Algunos le intentaron matar. Le aceptaremos como benefactor.

La distorsión se produce porque el ciudadano debe reconvertir sus principios irrenunciables al tiempo que la autoridad competente, y le cuesta más trabajo porque no entiende, ni quiere, las tremendas complejidades de la alta política. Algunos dogmas contemporáneos los registra como archivos "sólo de lectura" y su sistema nervioso no le deja editarlos.

Así, el señor Gadafi fue investido como "terrorista árabe oficial" (antes de que Bin Laden le robara el título), por patrocinar atentados como el de Lockerbie, que fue un acto de venganza por el bombardeo de Trípoli, que destruyó su palacio, donde murió su hija, bombardeo ordenado por Ronald Reagan, enterrado hace poco en loor de multitudes con honores de prohombre universal, que también había sido condenado por el Tribunal de la Haya por acciones terroristas llevadas a cabo en Nicaragua, donde mandó minar puertos en los que murieron muchos inocentes. Esta vez sin indemnización. Complicado, ¿verdad?

Fuego amigo lo llaman los que entienden, recordándonos que los terroristas deben cumplir la pena íntegra y que no se negocia con ellos. Políticamente, queremos decir.

Más Noticias