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Diario de excavaciones

Por MARÍA MARTINÓN-T. 

Hoy, Abessalom Vekua, el antiguo director del yacimiento de Dmanisi, nos ha ido mostrando las piedras preciosas. Entre los impresionantes hallazgos de Dmanisi destacan el cráneo y la mandíbula de un individuo completamente desdentado. Por la forma en que el hueso se ha reabsorbido (o cicatrizado) sabemos que este homínido sobrevivió largo tiempo sin dientes en una época en la que no había control del fuego y los cuchillos eran más bien rudimentarios.

Cuando en el 2004 su mandíbula empezó a asomar bajo el sedimento, por primera vez en mi vida me alegré de que un fósil no conservara los dientes. Si asumimos las dificultades de sobrevivir y arreglártelas en estas circunstancias es posible que este individuo represente la primera evidencia de toda nuestra humana historia de cuidado entre congéneres, quizá hasta de compasión.

Al cuadro de excavación de donde salen la mayoría de los fósiles humanos de Dmanisi lo llaman la champagne
room, porque, a cada hallazgo, los georgianos vierten al sedimento un poco del champán del que beben, para brindar con la tierra por su generosidad. Los georgianos son gente de tradición y devoción por la familia. Son ángeles custodios de su historia, de la que se sienten orgullosos. Recuerdo a David Lordkipanidze, director de las excavaciones, alzando su vaso en el yacimiento: "A mí no me extraña nada el hallazgo" –sonrió radiante, con burbujas en las pupilas–. "Los georgianos siempre nos hemos preocupado de cuidar a nuestros mayores".

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