Monstruos Perfectos

La cruz de dar tanto la cara

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Dentro del mundo de la moda hay quienes defienden que las modelos deberían volver a llamarse maniquís (o maniquíes) y comportarse como las que muestran los escaparates.

Son muchos los modistos que, tras el boom de las supermodelos en el siglo pasado, mantienen que lo mejor que le puede pasar a una buena maniquí es que nadie conozca su nombre. Es una opinión. Bastante extendida. También es cierto que entre un gremio que ha padecido los excesos de los psicotrópicos, cuyo abuso es malísimo para según qué rigor intelectual.

Existen miles de modelos anónimas, y suelen ser las que menos ganan. También unas cuantas, con nombres y apellidos, que revientan cachés, campañas y portadas. Que coquetean con su retiro mientras lo van pintando de dorado.

Y está Agyness Deyn. Que tiene 25 años, un carrerón y el título de Modelo del Año en los últimos British Fashion Awards. También tiene un problema: que trabaja a destajo y su rostro aparece en demasiados lugares. Por eso Burberrys ha decidido prescindir de ella para sus campañas. Por cansina. Y por discreta.

Lo mismo le podría haber pasado a Kate Moss. Pero ella supo poner al mal tiempo muchas caras. Y aprovechar nuestro morbo para prodigarse sin aburrir. Para que ante sus fotos nos preguntemos si es Kate drogada, borracha o sobria. Para que seamos nosotros quienes pongamos a cada imagen mil palabras (inventadas).

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