Monstruos Perfectos

Otra infancia recuperada

Indiana Jones fue el primer gran héroe con estudios que conocí en el cine. El primer caballero educado que me descubrió que no siempre la fuerza bruta era la clave para que uno se saliera con la suya. Creo. O eso quise creer en aquel momento, con apenas diez años.

Qué miedo me da esta nostalgia envasada al vacío de las burbujas de promoción.

Qué peligroso es creer que regresamos con cariño a nuestra infancia, cuando adonde en realidad estamos volviendo es a los escondites de entonces. A las evasiones necesarias, a un calor que la desmemoria nos recuerda de hogar y no era sino el que desprendía un oxidado clavo ardiendo al que nos aferrábamos para soportar aquello.

Era una calidez que apenas duraba dos horas pero nos ayudaba durante días, semanas, a aliviarnos de ese frio que da tener tanto miedo.

Indy leía, vivía rodeado de libros, cargaba con ellos en su mochila. Le servían para dar con tesoros escondidos, para conseguir ser más listo que sus pérfidos enemigos y así salir triunfante. Nosotros nos conformábamos con que nos ayudaran a resistir, nos valieran para alejarnos de los insultos y los golpes, para no sentirnos tan raros, tan solos. Aunque, sin querer, un día acabarámos encontrando en muchos de ellos un mapa escondido con las coordenadas en clave para dar con un objeto enterrado al que nos costó años quitarle la maldición.

Más Noticias