Monstruos Perfectos

Perversión promocional

Cuenta el actor James Franco en una reciente entrevista a la revista gay OUT que nada más terminar de rodar una escena donde se besaba con Sean Penn para la película Milk de Gus Van Sant, Penn le escribió un sms a Madonna –con quien os recuerdo que estuvo casado durante cuatro años, cuando ella todavía era una bomba sexual y él aun no; justo al contrario que ahora– donde le decía: "Acabo de desvirgarme besando a un tío. He pensado en ti. No sé por qué". Yo tampoco, y la verdad es que no me inquieta demasiado.

Lo que sí me interesa, y mucho, es la inteligente treta de los publicistas de la productora de Milk, capaces de encontrar un gancho perfecto para insertar en un medio especializado una excelente pieza promocional donde no falta ni un elemento del perfecto pack marica: joven actor guapo heterosexual que describe con entusiasmo cómo fue su beso fingido para la pantalla con otro actor heterosexual madurito interesante, quien nada más terminar de rodarlo se lanzó a su teléfono móvil para escribir un mensaje a una de sus ex mujeres que, casualmente, no es otra que Madonna, presidenta del sindicato de divas gays. Es perfecto. Es genial. Es una forma fantástica de atraer a un público a quien el argumento de Milk –la lucha por los derechos civiles en los 70– probablemente le importa un bledo. Pero que no querrán perderse una escena donde aparece Madonna en la mente de un actor que se besa con otro.

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