Cartas de los lectores

10 de enero

La economía mundial en clave de humor
En realidad la economía se puede descifrar fácilmente en clave de humor. Para ello sólo se necesitan seguir unos sencillos pasos.
Primero, las agencias de calificación rebajan la nota a un Estado.
Segundo, la deuda de ese país, para ser atractiva a los inversores, se vende a intereses cada vez mayores.
Tercero, el Gobierno de turno recorta derechos sociales y ayudas a trabajadores desempleados.
Cuarto, estos trabajadores en paro no pueden pagar sus hipotecas.
Quinto, los bancos no dan créditos para que estos mismos que no pueden pagar tampoco puedan vender las viviendas.
Y último, los bancos embargan los pisos y los inversores, sobre todo ingleses y americanos (paisanos de las agencias), los compran a bajo precio a la espera de una nueva burbuja. Se cierra el círculo. ¿No es para reírse?
Miguel López / Granada

El capitalismo popular
y la democracia económica

El sistema de producción capitalista tiene un grado de aceptación mayor del que la lógica y la crítica racional le puedan conceder. El capitalismo es ya una cultura con valores propios y una visión del mundo enraizada en la mentalidad de los ciudadanos que determina su comportamiento. Se ha conseguido la confluencia de intereses entre capitalistas y consumidores, eclipsando la figura del trabajador, sobre la que se sustenta la economía.
El capitalismo popular, desarrollado ideológicamente como democracia económica, predica que cualquiera podemos convertirnos en accionistas de macroempresas y participar efectivamente de los beneficios generados hasta que estos revientan y aparece de nuevo el contribuyente, que necesita del Estado –que previamente habíamos reducido en aras de la iniciativa privada– para que ponga orden en un mercado que ya no es todo bondad. Afinsa y Forum son sólo pequeños síntomas de una enfermedad social de fondo: la desaparición de la soberanía popular y de la voluntad política conformada electoralmente para dejar la defensa del interés colectivo a las fuerzas económicas más rentables en cada momento, sabiendo que sus decisiones son necesariamente interesadas.
Luis Fernando Crespo Zorita
Alcalá de Henares (Madrid)

El coste real de la generación
de electricidad

De la nula explicación sobre el costo real de la generación de la electricidad, que no del por qué sube el recibo, se deduce un gran negocio y no una serie de pérdidas económicas en desfases tarifarios. Si hubiéramos tenido un Plan E energético para dotar a las corporaciones locales y autonómicas de fuentes propias para la generación eléctrica, como aerogeneradores o turbinas hidráulicas, por ejemplo, estaríamos, además de rebajando el déficit publico de forma continuada, dotando de un recurso estratégico importantísimo a los ciudadanos, manteniéndonos alejados de los mercados donde se mercadea actualmente con el precio final del recibo que pagamos todos.
Si democracias europeas como Francio o Rusia pueden disponer de fuertes empresas públicas de energía, ¿por qué aquí continuamos defendiendo lo indecente del sistema y no contamos con parques energéticos autonómicos o municipales conectados a nuestra red de distribución estatal actual? ¿Por qué el Ministerio de Industria se encoje de hombros ante este grave problema?

Carlos Arilla Vilches
La Navata Galapagar (Madrid)

Yo, jabalí,
gracias a Benedicto XVI

He dejado pasar varios días para redactar la presente porque el enfado suele torcer renglones. El papa Benedicto XVI afirma que España es "una viña devastada por los jabalíes del laicismo". Al principio me pareció algo insultante, pero ahora entiendo estas declaraciones como un paso de progreso dentro de la Iglesia católica.
Sí. El laicismo ya no es cuestión de "ogros", "demonios" o, como diría Cristobal de Pipaón (según nos relata Benito Perez Galdos en España sin Rey), "abortos de Hareb". Nos han concedido el privilegio de la evolución. Mis abuelos eran "demonios" y yo jabalí. Aunque decir debo que la jauría nunca fue de jabalíes, sino de lobos. Lobos ansiosos de corderos débiles y mudos. Yo, jabalí.
Francisco García Castro
Estepona (Málaga)

La sumisión voluntaria
del siglo XXI

El progreso y la modernidad nos han traído nuevas fuerzas dominantes a las que rendimos pleitesía. Hoy las nuevas tiranías adoptan formas mas solapadas; son entes difíciles de identificar que organizan nuestras vidas sin que tengamos clara conciencia de ello. Se podrían resumir en dos: los poderes económicos y los fácticos. Estas son las nuevas dictaduras a las que servimos de forma más o menos consciente y voluntaria.
Pero ¿por qué razones aceptamos ser siervos voluntarios? Tal vez por interés, por necesidad, por costumbre, por ignorancia, por haber sido educados para ello, por debilidad para optar por las acciones libres o por incapacidad para desear la libertad. Y si a estas razones añadimos los insaciables deseos consumistas, las religiones y las ideologías que con facilidad conducen al fanatismo, obtendremos como resultado la sumisión voluntaria.
Pedro Serrano Martínez
Valladolid

El extraño caso de las rebajas con trampa
Paso por delante de una tienda de barrio en cuyo escaparate lucen una preciosas blusas y faldas "rebajadas" en un 20%, como lo indican sus etiquetas.
Lo que ocurre es que, si mi memoria no me falla (que no me falla), el mismo precio que ahora figura como rebajado es el que había antes de las fiestas. Curiosamente, encima y tachado en rojo, figura el precio que pretendidamente tenía el artículo antes. Todo un exceso de imaginación... y de cara dura que se repite cada año en establecimientos poco escrupulosos con la ética comercial y menos repetuosos con la ingenua clientela.
Aurora de Castro
Barcelona

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