Cartas de los lectores

29 de enero

El oxímoron del discurso de los políticos
Deseo manifestar mi desagrado con la ridícula costumbre que se está asentando entre algunos políticos, ansiosos de ser llamados democráticos de la igualdad, de dirigirse al respetable con la llamada de compañeros y compañeras, ciudadanos y ciudadanas y distinciones similares.
Cada vez se habla peor en este país, pero hasta ahora era por defecto, no por excesos innecesarios y, dada la que se avecina para meses próximos en número de discursos, alocuciones y peroratas, creo necesario que se ponga medida a tal desbarajuste. Incluso por lo injusto de tales expresiones.
Si los oradores de esta tontería consideran que ese comportamiento obedece a un sentido de justicia igualitaria de los sexos, aunque no he oído nunca a nadie que se atreva a decir amigos y amigas y mucho menos soldados y soldadas, deberían considerar que, siendo mayor el número de mujeres que de hombres en este y casi todos los países, la agudeza, convertida en retruécano, y que casi llega a oxímoron, debería ser en adelante el de compañeras y compañeros, poniendo en primer lugar al sexo más abundante. Con la de chuzos de injusticias que están lloviendo sobre este país, pretender ser tan exquisitamente equitativos en las llamadas de las arengas me parece, por lo menos, quedarse en la cáscara y acabar cayendo en lo grotesco.
Antonio Santos Barranca Valencia

Cuestiones perennes en la Administración del Estado
Parece que la suma de las dificultades económicas de las administraciones y la presión ciudadana están dando lugar a una batería de propuestas y medidas encaminadas a proporcionar mayor austeridad y eficiencia en la gestión de los recursos públicos como, por ejemplo, la eliminación de cargos de confianza, las revisión de los contratos de las obras previstas para evitar sobrecostes, el recorte de los gastos destinados al autobombo o el rigor en la utilización de materiales o útiles de trabajo. Indudablemente, acciones de esta índole son estimadas por la población, pero ¿acaso hay que esperar a estar asfixiado para tomar y adoptar decisiones y conductas semejantes? Cuando lo que se administra es el dinero de los demás, la moderación, la precisión y el celo son cuestiones perennes.
Alejandro Prieto Orviz Gijón (Asturias)

Las clases de religión como asignatura optativa

Anda la Conferencia Episcopal preocupada por el descenso en el número de alumnos que optan por las clases de religión y no se les ocurre otra cosa que achacarlo a que la asignatura alternativa es más fácil. ¿Pretenden que la alternativa sea picar piedra? Claro, así la mayoría optaría por la religión. En el instituto en el que yo estudié, el profesor que impartía la alternativa a la religión (ética se llamaba entonces) era muy creyente y conservador y ya se encargaba él a base de trabajo de que optaras por la religión al año siguiente.
El número de creyentes está en caída libre, pero la jerarquía eclesiástica se empeña en hacer política en vez de fieles. Allá ellos.

José María García Diago Barcience (Toledo)

Sobre Benzema y el juego político en el fútbol
El delantero francés del Real Madrid –al que se le acusa de falta de ambición y de no ser un matador en el área– fue el autor del único y decisivo tanto que supuso la victoria del conjunto blanco frente al Mallorca en el partido del pasado fin de semana.
El ariete galo respondió así a los dardos envenenados que le dedicó su afición, compañeros de equipo y el propio entrenador, tan amigo de tensar la cuerda, en especial cuando ve en peligro la conquista de títulos.
Gracias a los tres puntos logrados, los medios pretenden ahora convencer al personal de que la Liga no se acaba, sino que la disputa por el título contra los culés –que practican un juego de lujo– está más abierta que nunca.
Mar Sánchez Ramos Zaragoza

La reforma de las pensiones, otra medida injusta
Políticos y economistas justifican la actual reforma de las pensiones utilizando como argumento, entre otros, el hecho estadístico de que vivimos más años.
Con esta justificación uno llega a la triste conclusión de que los logros conseguidos por la ciencia y la sanidad no son compatibles con los conseguidos por la economía y la justicia social.
Parece ahora que la longevidad la tenemos que pagar trabajando más años y siendo más pobres en nuestra senectud. Acaso ya no compensará vivir tanto tiempo.
¿De qué nos sirven a los trabajadores los avances científicos y tecnológicos, la producción de riqueza y las promesas democráticas, si al final los poderes económicos, ayudados por la globalización, por el miedo, por la pasividad de los trabajadores y por una inepta clase política, nos arrastran a estados de precariedad pretéritos?
Pedro Serrano Martínez Valladolid

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