Cartas de los lectores

10 de mayo

El cambio del Partido Popular
En el cartel electoral del Partido Popular, sobre la fotografía de Esperanza Aguirre se lee lo siguiente: "Toda España espera un cambio: comenzamos el 22-M".
Puesto que la política económica aplicada por el Partido Socialista en los últimos tiempos ha sido una versión amortiguada del neoliberalismo, entiendo que lo que la presidenta de la Comunidad de Madrid comenzará a ejecutar, si gana, es un programa socialista o, cuando menos, socialdemócrata; puesto que, de acuerdo con el diccionario de la RAE, cambiar es "convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria".
Viendo por dónde apuntan las encuestas electorales en la región de Madrid, si estas se cumplen, las gentes de izquierdas estamos de
enhorabuena.
Enrique Chicote Serna
Arganda del Rey (Madrid)

Tras el ojo por ojo, bienvenida sea la convivencia democrática
La humanidad superó la justificación de la venganza cuando dejó atrás la ley del ojo por ojo y diente por diente, rompiendo la cadena del mal para darnos la oportunidad de rectificar al ser capaces de perdonar.
La expresión de mal trago en los rostros de Barack Obama y de Hillary Clinton es la nuestra. La muerte de Bin Laden sin justicia retrocede a la venganza, a la quiebra moral premiada con Medicare por los republicanos: ya estamos todos en la misma orilla, aceptada la tortura y el asesinato como método.
La sentencia del Tribunal Constitucional español construye la confianza en el otro, devuelve la serenidad a la convivencia democrática, a las reglas de juego que nos hemos dado. Chirría el discurso del Partido Popular, utilizando electoralmente la política antiterrorista sin reparar en la acritud que esparcen en la sociedad, a pesar de la ley para separar a quienes colaboren con ETA. Se trata de la misma actitud de las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular cuando se niegan a reparar a las víctimas del franquismo o deciden manchar el sufrimiento de las víctimas del 11-M con las banalidades expresadas por Esperanza Aguirre.
M. L. Paz

Obama y los valores
de la civilización occidental
La de Afganistán "no es una guerra que nosotros eligiéramos. Es una guerra necesaria" (Obama dixit). Ante "amenazas infinitas, imprevisibles y cambiantes", nos creemos legitimados para utilizar la fuerza para que los muertos los ponga sobre todo el enemigo, al que previamente, y aún después de muerto, hemos cosificado, calificándolo de fanático, integrista y cerril, para deshacernos de él sin problemas de conciencia moral ni de opinión pública.
Y para nosotros la dignidad, el loor y la gloria de pertenecer al club de los selectos, de aquellos que matan sin ser criminales, profesionalmente, haciendo "justicia" en nombre de la "libertad duradera" y el "progreso de la democracia"; bondades intrínsecas de la civilización occidental cuyo valor indudable y universal puede ser impuesto por las armas sin contradicción aparente; siempre que al líder electo no le tiemble el pulso.

Inventaremos otro enemigo.
Luis Fernando Crespo Zorita
Alcalá de Henares (Madrid)

Meditaciones sobre la crisis económica
Es indudable que España es de los países más castigados por la crisis económica mundial, y esto es tan cierto como inexacto achacar la culpa de nuestra situación al Gobierno actual.
Fue el Gobierno de Aznar el que apostó por el ladrillo como motor y sostén de la economía declarando como terreno edificable hasta la planta de los pies de los ciudadanos. Repetía una y otra vez que España iba bien, sobre todo para los especuladores, que pegaban los clásicos pelotazos a costa de entramparnos a todos adquiriendo viviendas a precios muy por encima de su valor real y facilitando el acceso a préstamos hipotecarios con nulas garantías de cobro. Las consecuencias las conocemos todos: al llegar la crisis, el sector de la construcción se fue al paro, el sistema financiero se quedó temblando y el país al borde de la quiebra. Ahora, esos finos estrategas financieros se nos presentan como los nuevos salvadores de la patria y prometen relanzar la economía como hicieron antaño. La verdad que es para ponerse a temblar. No sé ustedes, pero yo, de estos artistas, no me fío un pelo.
Eduardo Gonzalo Ugarte
Madrid

Los profesores de religión
en el país del «laicismo radical»
Resulta curioso que, viviendo en un país de "laicismo radical", según la Conferencia Episcopal, los profesores de religión no concurran a oposición alguna para obtener su plaza, sino que son contratados por el obispado previa acreditación de su idoneidad.
Eso sí, el que paga sus nóminas es el Estado, aun siendo un Estado "laico radical".
Más grave, si cabe, es el hecho de que el obispado despida a estos profesores por cuestiones morales. Lógicamente, ningún despido así es declarado procedente, por lo que son condenados a indemnizar al despedido.
Condena sólo moral, porque quien debe saldar esta indemnización es, otra vez, el Estado "laico radical".
Parece claro que nunca se derogará el Concordato con la Santa Sede, así que por lo menos que eliminen aquel artículo que dice: "La Iglesia católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades". Para no llamarnos a engaños, más que nada.
José María García Diago
Barcience (Toledo)

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