Cartas de los lectores

28 de septiembre

El desgaste en política
Nos hemos acostumbrado a decir que el poder desgasta. Es una frase hecha y utilizada hasta la saciedad, pero no por ello deja de ser cierta. En Francia, donde gobierna el conservador Sarkozy, la izquierda se ha hecho con el Senado y anticipa aires de cambio para las presidenciales de abril de 2012. Por su parte, el partido de Merkel, los democristianos de CDU, va de derrota en derrota en las regionales de los últimos dos años. En Italia, el partido de Berlusconi también perdió feudos importantes en las municipales. Sin olvidarnos de España, donde el PSOE sufrió un descalabro en las municipales y autonómicas y las encuestas auguran un hundimiento aún mayor en las generales del 20 de noviembre.
Cuando la crisis es especialmente cruenta con la ciudadanía, esta acude a las urnas (con más o menos convencimiento) buscando un cambio, un revulsivo, una cara distinta a quien culpar.
José María García Diago / Barcience (Toledo)

¿Para qué votamos
los trabajadores?
En Europa, los que arriendan su fuerza de trabajo a los poseedores del capital al precio que estos fijan están pasando por uno de los peores momentos desde la Segunda Guerra Mundial. El ejército de reserva integrado por trabajadores en paro del que hablaba Marx es tan numeroso que los empleadores imponen sus criterios sin contemplaciones. Una vez derruido el muro de Berlín, lo que supuestamente existía tras él actuaba como freno psicológico al egoísmo innato del capital, pero, al desaparecer el enemigo y descubrirse el fiasco, los triunfadores han ido poco a poco deteriorando las bases sobre las que se asentaban las relaciones laborales. Y, para bendecir la deriva, ahí están los gobiernos, prestos a reducir los derechos laborales a cada orden que reciben de los mercados. ¿Para qué votar?
Enrique Chicote Serna
Arganda del Rey (Madrid)

El Partido Popular ante las elecciones generales
Conforme se aproxima el 20 de noviembre, el PP va tirando de la manta que tapa sus proyectos.
En la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre nos muestra sus proyectos neoliberales atacando los pilares básicos del Estado del bienestar. Ahora le toca a la enseñanza pública, donde no sólo reduce el número de profesores, sino que además les insulta llamándoles vagos. Para ella sólo es importante la enseñanza privada y la concertada, sobre todo de propiedad religiosa.
Según ella hay que ahorrar, pero con los recursos que le quita a la enseñanza pública pretende crear una "Guardia de Corps" para que le espanten a los del 15-M, que tanto le molestan con sus justas reivindicaciones y protestas. Y, para ponerle la guinda al pastel, aparece González Pons ofreciéndonos grandes beneficios si gana el PP pero, eso sí, sin tocar ni un céntimo del bolsillo de los más ricos y poderosos.
Valentín Huerta Martínez
Madrid

Estrategias burdas

contra la educación pública
Una de las primeras declaraciones del consejero de Educación en Castilla-La Mancha fue llamar "desbarajuste" a que en esta comunidad haya un 70% de enseñanza pública y un 30% de privada, añadiendo con toda claridad que este "desbarajuste" había que arreglarlo. Por tanto, sus intenciones han quedado al descubierto.
Si el Gobierno de Cospedal quiere potenciar la enseñanza concertada privada, que lo diga claramente. Lo que no puede hacer es entrar en la peligrosa dinámica de desprestigiar la pública para que vaya tomando más auge la privada. Es una estrategia política tan antigua como barata.
La enseñanza pública tiene muchos aspectos mejorables, pero lo último que se espera de un líder político es lanzar contra la opinión pública y contra la sociedad a un cuerpo profesional que ha progresado en los últimos años como en ningún otro país.
En España tenemos el mejor profesorado, el más vocacional, el mejor preparado, el que más horas dedica a la enseñanza de toda la OCDE.
Es deplorable fomentar la imagen fácil y falsa de que los profesores son los que menos trabajan. A quienes digan que los profesores ganan mucho y trabajan poco, les invito a que sigan su trabajo desde dentro durante unos días. Que prueben y después hablamos.
Julio García-Casarrubios Sainz
Valdepeñas (CIudad Real)

¿Acaso no es pecado
ser ‘neocon’?
Esta Iglesia, que tanto ha denostado el comunismo como un sistema que inventó el mismísimo diablo, ¿se ha preguntado alguna vez si el pensamiento conservador, que tanto alaban la mayoría de sus fieles, estaría considerado pecado a los ojos de una doctrina en la que, según predican, hay que hacer el bien y ayudar a los pobres y afligidos?
¿Sería pecado negar el acceso a la educación para aquellos que no pueden pagarla? ¿Es pecado pensar que la sanidad es un bien que sólo se pueden permitir los que puedan pagarse un seguro privado? ¿Es pecado pensar que, si todos viviéramos dignamente, no habría nadie que hiciera los trabajos que requirieran un gran esfuerzo diario?
Podríamos seguir explicando lo que es el capitalismo y el pensamiento neocon, pero son demasiadas las dudas que nos plantearíamos al relacionar este sistema con la doctrina cristiana que, según ellos, un tipo llamado Jesús, hace ya mucho tiempo, predicó para salvar nuestras almas.
Pero tal vez esté equivocado y lo que en realidad inventó Jesús fue precisamente el capitalismo, pero, como todo lo que no se puede explicar, debe de ser una cuestión de fe.
Rafael Partera González
Cieza (Murcia)

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