Cartas de los lectores

21 de febrero

Los centros de menores
El Defensor del Pueblo ha denunciado situaciones de maltrato y vejaciones en los centros para menores con conductas difíciles. Esto era algo conocido por muchos profesionales y denunciado desde hace ya años. De hecho, la situación de maltrato no sólo se produce en ese tipo de centros especiales y cerrados, sino, en general, en todos los centros de menores, donde malviven más de 8.000 menores en situación de desamparo.
Las administraciones no han reaccionado nunca ante esas denuncias. ¿Tal vez porque los adolescentes que están en los centros de menores no votan y, en general, sus familias, etiquetadas de marginales y desestructuradas, tampoco suelen hacerlo? Sería preocupante que el tema pueda cerrarse sólo terminando con las prácticas más escandalosas (golpes, salas de aislamiento, vejaciones y castigos salvajes...) y con expedientar a alguna entidad.
Habría que cuestionar la actual estructura de protección a la infancia en situación de desamparo en nuestro país, que es, en mi opinión, la que genera las monstruosidades denunciadas estos días. Una estructura obsoleta que genera el maltrato a los menores, no sólo el de la magnitud que ahora ha salido a la luz sino uno más profundo que el de los golpes y las vejaciones. Según los profesionales, un menor que viva durante más de un año en una casa-hogar o centro residencial –aunque no sea un centro cerrado y no haya malos tratos, es decir, por llevar una vida institucionalizada– puede sufrir daños irreversibles: baja autoestima, problemas graves de socialización, ansiedad y depresión, riesgo de conductas hiperactivas, etc.
Josep Alfons Arnau /Porqueres (Girona)

El precio de la crisis
Todos estamos conjurados contra la crisis, pero no todos creemos que sean lícitos algunos de los modos con los que se combate. Sorprende el trato que desde los diferentes sectores –y no sólo hablo de los políticos, sino también de los medios– se da a las noticias sobre la crisis, las medidas adoptadas para combatirla o sus daños colaterales sobre el medio ambiente.
Aplaudo las políticas que los diferentes gobiernos están tomando en su lucha contra este grandísimo problema que marcará sin duda este principio de siglo. Lo que ya no aplaudo son los mecanismos y las medidas adoptadas en esta desigual lucha. No hace falta recordar que en España la causa y la consecuencia proceden de la "burbuja inmobiliaria", motor de crecimiento durante años y, como se ha demostrado, precario sostén de la economía de este país. Por ello, resulta sorprendente y escandaloso que a la hora de buscar soluciones se eche mano una vez más de la construcción y del cemento como revulsivo a la pérdida de puestos de trabajo.
Parece ser que es más importante reactivar la economía con soluciones a corto plazo, mientras que las posibles afecciones al medio ambiente son soslayadas en aras de la consecución de proyectos y obras que generen trabajo y riqueza, pero que en su ejecución destruyen nuestros ecosistemas. De seguir así, está claro que volveremos a caer en los mismos errores.
Maribel Martínez /Zaragoza

Torero no, matador

Leo con estupor que, tras la intervención de ese cazador de alto standing que tenemos instalado como ministro de Justicia, la bancada del partido que considero más afín a mis planteamientos acabó prorrumpiendo en gritos de "¡torero!", "¡torero!". ¡Qué tremenda decepción!
Para evitar interpretaciones tendenciosas, he de dejar claro que estoy absolutamente en contra de esa campaña que el PP está realizando sobre la famosa reunión del ministro con el no menos famoso juez y cazador, con el fin de difuminar unos hechos que huelen a podrido. Pero, aclarado este extremo, me parece impresentable, al menos para quienes tenemos cierta sensibilidad hacia los animales, que un cazador rico (las cacerías en las que este señor participa no están al alcance de todo el mundo) sea ministro en un Gobierno socialista.
Que, además, sus airadas respuestas en el Congreso provoquen ese estúpido grito no sólo me produce tristeza sino auténtica indignación. Creo que esas señorías pseudo progresistas habrían acertado más si le hubiesen gritado "matador", en justo mérito a las muchas piezas que a lo largo de su vida habrá cazado, rodeado de toda la parafernalia campera, propia de las clases sociales más altas. Ya es hora de que todos, incluidos ministros y diputados, nos vayamos quitando las caretas.
Emilio Testa/Alcorcón (Madrid)

Infancia amenazada
La brecha que se ha abierto entre el mundo desarrollado y el Tercer Mundo es como una zanja inmensa que ha facilitado que se abra un abismo entre el distinto tratamiento que se le otorga a la infancia en
dichos territorios.
Sin embargo, la infancia soporta amenazas en cualquier parte del planeta. Si en los países subdesarrollados los menores están sometidos a la pobreza y viven desprotegidos, en el mundo desarrollado viven avasallados por una excesiva sobreprotección y por un exagerado consumo.
Nuestros hijos, a mi modo de ver, están amenazados por los excesivos miedos que tenemos en nuestra sociedad. Pueden realizar sus estudios dentro de un espacio cargado de tecnologías que les facilitan su labor pero que debilita la imaginación.
Por contra, las criaturas de los países pobres, niños y niñas que desarrollan su imaginación para llevarse algo a la boca, simplemente no saben lo que es jugar, ni tienen opciones reales para recibir una educación digna, ya que están sometidos a la esclavitud
subyugante de trabajos penosos y de miserias perennes.
Juan Carlos Pérez/ Bormujos (Sevilla)

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