Cartas de los lectores

24 de febrero

El adiós de Bermejo
La dimisión del ministro de Justicia, inducida por la agobiante andanada de reproches que ha tenido que padecer por acudir a una cacería, nos tiene que poner a todos en guardia. ¿Es aceptable que un ministro tenga que dimitir por lo que cualquier ciudadano puede hacer con total normalidad? En España hay más de 400.000 cazadores inscritos en la Federación Española de Caza (el doble que de golfistas). Y que no me vengan con que Bermejo cazó sin licencia. Aunque la hubiera tenido, el acoso habría sido el mismo.
¿Cómo es posible que mantengamos una federación que sustenta un deporte cuya práctica lleva a un ministro del Gobierno a caer en desgracia y verse obligado a dimitir? Si hemos llegado a este punto, es absolutamente inaceptable que la caza permanezca un sólo día más amparada por la ley. Su ilegalización es un asunto urgente, vital para el país.
Por otra parte, el compañero de cacerías del ministro de Justicia, el juez Garzón, también ha sufrido un problema de salud a causa del acoso al que está siendo sometido desde todos los frentes. Asimismo, los jueces conservadores se manifiestan por primera vez en la historia con un Gobierno socialista que, también por primera vez, pone en marcha medidas concretas para solucionar los problemas de la judicatura (en medio de una crisis económica de proporciones históricas).
En un contexto en el que toda la derecha política y mediática de este país arremete con virulencia contra el juez y el ex ministro, acusándoles de emprender una causa general contra el Partido Popular, tocar un pelo a un delincuente que vota al PP parece que es lo mismo que atacar al PP. Como Fuenteovejuna,
todos a una.
Mario López Sellés/Madrid
Listas de espera
Existen muchas carencias y deficiencias en la sanidad pública. Sin duda, una de las que más perjudica a los pacientes son las numerosas listas de espera que deben soportar para ser atendidos por los especialistas. Hay pacientes que llevan meses, e incluso años, esperando a ser intervenidos quirúrgicamente y otros, simplemente, para hacerse unas pruebas médicas. La demora injustificada puede acarrearles graves daños para su salud e incluso lesiones de carácter irreversible.
Las autoridades sanitarias deben ser conscientes de esas limitaciones y dotar de más medios materiales y personales a los diferentes centros de salud u hospitales para cumplir con un derecho constitucional, en igualdad de condiciones para todos los ciudadanos. Desgraciadamente, también aquí hay claras discriminaciones entre los trabajadores y pensionistas, ya que, mientas unos disponen de mutuas o seguros privados de enfermedad, otros tienen que padecer la masificación del sistema público de asistencia sanitaria.

En campaña electoral todas las formaciones políticas se acuerdan de la sanidad y prometen sin rubor lo que luego incumplen sin vergüenza alguna.
José Manuel Pena /A Coruña

Organizar la esperanza
Ahora que los valores que impulsaron el neoliberalismo se agitan como cuchillos en torno a las gargantas de todos los ciudadanos del planeta, tenemos la obligación de organizar la resistencia y dar respuesta a los aluviones de nuevas cuestiones que se nos plantean. No basta con rechazar un sistema que se ha revelado como un monstruo, con la acuciante necesidad de devorar a todos sus hijos. Ha llegado el momento de rescatar la utopía. De sacarla del armario donde el individualismo imperante la mantenía escondida, como una vergüenza inútil y polvorienta.
Miles de colectivos en todo el mundo: campesinos, jóvenes, indigenistas, ecologistas... –todo el que cree que otro mundo es posible y necesario– conforman las huestes en cuyos corazones prende la llama imprescindible para cocinar la esperanza. Frente a la atomización a la que ha sido sometido el individuo, con el único fin de convertirlo en consumidor o en producto desechable, surge un nuevo desafío: aglutinar todas estas fuerzas e impregnarlas de nuevos valores como la ética, la justicia social, el respeto a la naturaleza y la solidaridad entre los pueblos. Todo esto debe ser traducido a proyectos políticos y culturales que sirvan de cimiento para reconstruir la sociedad.
En resumen, el cambio debe venir de la mano de un renacimiento espiritual que priorice estos principios sobre el mercantilismo depredador. Las alternativas no van a nacer de los sesudos cerebros de los intelectuales, ni de los programas políticos de ningún partido. Los movimientos populares son los depositarios de las claves para lograr un nuevo orden.
Ana Cuevas/Zaragoza

Hacer aguas
Los cínicos dicen que los pueblos tienen el Gobierno y, en democracia, también la oposición que se merecen. Pero me cuesta creer que los madrileños merezcamos a la lideresa y a sus mortadelos y filemones, que se espían entre sí y nos espían a nosotros como si fuéramos objetos a poseer. Una actividad indigna, pero absolutamente necesaria para instalarse en una carrera de codiciosos y corruptos.
Se trata de saber cuál es el próximo servicio público que se privatizará y ocupar una posición de absoluta ventaja para apropiárselo por un módico precio. Primero fue la vivienda, luego la enseñanza, la sanidad, la seguridad, los servicios sociales ... y ahora toca el Canal de Isabel II. Esos intereses comunes provocan todas las guerras internas del Partido Popular, aunque también favorecen la creación de un bloque electoral compacto que presenta desde hace mucho tiempo la derecha política madrileña.
Luis Fernando Crespo /Valladolid

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