Cartas de los lectores

23 de mayo

Debate sobre las pensiones
En los tiempos que corren, este es un tema que hay que dejar reposar hasta que las aguas vuelvan a su cauce. Porque, si se hiciera ahora, todas las ideas que se lanzaran vendrían a parar a un adelgazamiento de las pensiones, justificado por el caos existente y no sería ni justo ni reversible cuando hubiera bonanza económica. Hay que traer aquí a colación aquella directiva de la Unión Europea que señalaba que el contrato de trabajo debía hacerse entre el empresario y el trabajador, olvidándose definitivamente de los convenios colectivos, es decir, un ataque directo al sindicalismo, que finalmente dejaría de existir, con el aplauso de los empresarios y el deterioro total de la defensa y protección de los trabajadores.
Hoy por hoy, no hay que tocar nada que suponga cambiar las relaciones laborales y las pensiones. Es precisamente un momento de no mudanza. Digan lo que quieran estos agoreros, que siempre buscarán la oportunidad para darle una vuelta de tuerca más a la situación en su beneficio. Esperemos que los sindicatos sepan hacerse fuertes, informen a sus bases de lo que les espera a los trabajadores si acceden a las componendas y hagan saber pública y definitivamente que los puestos de trabajo y las pensiones son sagrados en estos momentos. En sus manos está la movilización que hace falta.
Vicente Monje/Madrid

La cultura de la corrupción
La cantidad de presuntos implicados –desde lo más alto de las jerarquías del Partido Popular en el caso Gürtel en la Comunidad de Madrid y en la Comunidad Valenciana, que acuden a los tribunales arropados por sus incondicionales, como si fueran estrellas de fútbol– está implantando en la sociedad la cultura de los aplausos y convirtiendo dichas algarabías callejeras en un nuevo modelo de fraude, como un virus epidémico a través de las economías sumergidas. En este río revuelto de parados de distintas profesiones, que ha originado el capitalismo salvaje con la crisis, ahora están pescando los
empleadores de la economía sumergida.
Un ejemplo de ello es que, a pesar de los cuatro millones de parados que ha originado esta crisis, no ha surgido ninguna protesta social de estos sectores, porque se están refugiando en la economía sumergida, de la que se están aprovechando los empleadores ofreciendo sueldos baratos y haciendo un fraude a la Seguridad Social. Si pudiésemos cuantificar el número de personas que están trabajando en la economía sumergida, quizás nos llevaríamos la gran sorpresa de que superan en mucho a la cifra de parados que nos dan las estadísticas.
Defiendo que nadie deje de percibir las ayudas del Gobierno a los parados, incluidos los que ya no perciben ningún ingreso por desempleo, pero estoy muy preocupado por algo que creo que sería muy negativo. Para empezar, habría que recuperar cuanto antes la bonanza económica de años pasados si no queremos dañar el fondo de la Seguridad Social y poner en grave peligro la garantía del pago de las pensiones del futuro.
Joaquín García/Getafe (Madrid)

Indignas, abyectas
y viles

Federico Trillo, no vuelva al Congreso de los Diputados, por dignidad democrática y por respeto a la soberanía popular. No es a Mariano Rajoy a quien debe presentar su dimisión. Ni es Rajoy quien debe confirmarle en el puesto, es al presidente del Congreso a quien debe entregarle su acta de diputado. No es un regalo del Partido Popular, es una cesión de los españoles. Y no es digno de seguir ocupando el escaño después de sus desmanes en el caso del accidente del Yak-42. ¡Váyase, señor Trillo, váyase! Y no vuelva más hasta que no pase por el Tribunal Supremo.
La soberanía nacional legisla en el Parlamento y la Justicia emana del pueblo y se ejerce por los jueces en nombre del rey. Por mucho que le arrope su partido, ¿no se siente acosado por la presión ciudadana? Le están diciendo que sus acciones y omisiones cuando era ministro de Defensa sí que fueron indignas, abyectas y viles.
Pedro Taracena/Madrid

Ruleta rusa
Los jerifaltes del Gobierno de Aragón van de oca en oca en todo lo referente a sus proyectos para situar a nuestra tierra entre la aristocracia financiera. ¿He dicho aristocracia? Casualmente, Aristocrat se llama el socio industrial del tan glosado complejo de juego y ocio en los Monegros. La promotora de Gran Scala está pleiteando con 18 bancos internacionales y sus acciones en bolsa han caído un 80%.
Por otro lado, DCM, el socio financiero del paraíso de Jersey, no ha materializado la ampliación de capital de 40 millones de euros que tan ufanamente anunció hace más de un año. Además, DCM ha sufrido una repentina mutación de "fondo soberano de inversiones" a "consultoría de asesoramiento" y la lista de bancos con credibilidad que presentaba parecen haberse volatizado.
El asunto de los casinos se ha convertido en una ruleta rusa política que la DGA no sabe cómo separar de su sien. Y en un quiebro propio de quien supone que gobierna una comunidad de amnésicos, el vicepresidente, José Ángel Biel, anuncia que el impulsor de nuestra futura economía ya no será Gran Scala sino Motorland, otra entelequia de los padres de la patria chica que merece capítulo aparte. Mientras tanto, los socios del
Pignatelli guardan silencio y no dan explicaciones ni sobre el escándalo de La Muela, que según Iglesias no tiene que ver con la política, ni sobre el farragoso macrocomplejo de juego en Ontiñena.
Ana Cuevas/Zaragoza

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