Cartas de los lectores

25 de enero

Los pensionistas
Llevan años prometiendo que no utilizarán las pensiones como arma electoral, pero ahí los tienen. Acaba de empezar la campaña y ya están "que si yo las subiré 150 euros al mes", "que si yo las subiré 200 euros"... Los pensionistas olvidan que ése es el estribillo de cada campaña electoral y que son sistemáticamente utilizados por los desaprensivos que se acuerdan de ellos cada cuatro años, pero que después, "si te he visto no me acuerdo".

Los políticos saben que en este país hay ocho millones de pobres, muchos de ellos pensionistas, y la manera de arrancarles un voto es prometerles el oro y el moro. Si después el oro no les llega ni para comprar una barra de pan al día es lo de menos. Lo de más es que entre promesa y promesa se los llevan al huerto para que voten, y luego ya tendrán cuatro años para arrepentirse de haberse dejado tomar el pelo otra vez.

Los políticos saben bien que a quienes más les cuesta llegar a final de mes es a los parados y a los pensionistas. Saben, además, que este año los jóvenes con derecho a votar por primera vez son menos y que, sin embargo, los mayores de 65 años son casi medio millón más que en las pasadas elecciones.

Los políticos saben que 5.380.000 pensionistas cobran menos de 600 euros y que casi un millón más no llegan a los 850 euros; saben que esos casi seis millones de votos son muchos votos como para dejarlos escapar. Por eso les dicen lo que necesitan oír.
Nieves Jiménez
Madrid

‘Aznarismo’ sin Aznar
En España, la derecha del PP se es un aznarismo sin Aznar a la cabeza pero donde sigue siendo él quien hace y deshace. Mariano Rajoy parece un simple títere a su antojo.

Hay que abrir los ojos ante esa derecha conservadora, dura y cada vez más radicalizada, en la que sólo se busca el beneficio propio, el amiguismo y, en Catalunya, el anticatalanismo.

El 9 de marzo tendremos que elegir quién decidirá nuestro futuro, quién trabajará por la España plural que nos interesa, por la garantía del desarrollo pleno del Estatut, por las mejoras presupuestarias en infraestructuras, por una buena financiación autonómica... y por el bien del país.
Manuel Ramón González Pérez
Granollers (barcelona)

Concurso de hipócritas

Si se celebrara en el mundo un concurso de hipócritas, España tendría varios candidatos para llevarse el primer premio. Algunos de ellos, por ejemplo, acusan al presidente del Gobierno de no estar con las víctimas del terrorismo. Pero, ¿es que también ahora hay víctimas de primera y de segunda, como en la guerra del 36, cuando los muertos del bando de los sublevados resultaban homenajeados todos los días en los púlpitos de las iglesias y los del bando republicano eran enterrados como animales en cualquier paraje de España?

Hace un tiempo, Aznar dijo que los que le criticábamos por la foto de las Azores lo hacíamos por envidia. Pero se equivoca, señor Aznar: lo hacemos por la vergüenza de haber tenido un presidente que nos comprometió en una guerra que se ha convertido en un holocausto de destrucción y muerte para todo el pueblo iraquí.
Joaquín García Mayo
Alburquerque (Badajoz)

Menos consumo
Resulta realmente complicado enriquecer ideológicamente los conceptos de ciudadanía y democracia elaborados por el civilizado Occidente. Pocos sistemas sociales pueden presumir de tener elecciones libres, libertad de expresión, fuentes alternativas de información, autonomía de las asociaciones e inclusión de todos los adultos, hombres y mujeres, en los derechos de ciudadanía.

Así considerada, la democracia occidental, basada en la igualdad política, es irrenunciable para quien la disfruta, y parece poco probable alcanzar una comunidad política radicalmente diferente de la que conocemos, por lo menos a corto plazo. La gran coartada, el bálsamo mágico que ha permitido que las cosas hayan sido así hasta ahora, es el consumo. En esta parte del planeta hay casi para todos, en una oferta extensa e intensa, con un único requisito previo: tener poder adquisitivo. Y aquí es donde empiezan las incapacidades reales del mercado para vertebrar a la sociedad mundial en su conjunto: por definición hay clientes excluidos dentro y fuera del sistema, que reciben la oferta pero no pueden materializarla.

La cuestión es si las redes económicas y de relaciones que se están creando mundialmente permiten siquiera mantener los conceptos de democracia y ciudadanía en los mínimos del Estado liberal vigente, o si por el contrario están amenazados por la desintegración social que supone la creciente desigualdad en el acceso a los recursos. El cambio climático y la crisis energética nos enfrentan de forma lacerante a estas insuficiencias del sistema económico occidental. Nadie (la Comisión Europea tampoco) se atreve a liderar la única propuesta racional posible: reducir el consumo.
Luis Fernando Crespo Zorita
Alcalá de Henares (Madrid)

Desplomes vitales
De un tiempo a esta parte, se nos sirve en bandeja el desplome como plato fuerte, y tengo los nervios a flor de piel. A poco que lo rechaces te dispensan otro más gigantesco, por si no te habías enterado. Total, que la indigestión está servida.

Pasemos lista al panorama actual: se desploman algunos valores humanos, también las bolsas de las finanzas; para aumentar la tempestad del dolor, crecen otras bolsas, como las de la marginalidad. Y la persona ha dejado de ser protagonista. Que la referencia última de toda intervención económica sea el bien común y la satisfacción de las legítimas expectativas de todo individuo es una canción olvidada. Hace tiempo que la vida ha dejado de ser principio y fin de la economía. Y, por si ese calvario fuera poco, alzas los ojos y te ciega la contaminación. Es como habitar viviendo, a golpe de segundos, la danza de la muerte. Ahora, la Unión Europea vuelve a retomar la tonada del aire popular. Dicen que impulsarán el uso de las energías renovables en cada país, y establecerán objetivos que vincularán jurídicamente a los gobiernos. Ya veremos si las palabras no se las lleva el viento...
Víctor Corcoba Herrero

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