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El corazoncito de las plantas

MIGUEL ÁNGEL SABADELL // CIENCIA DE PEGA

En el número de invierno de 1968 la revista International Journal of Parapsychology aparecía el artículo titulado Evidence of a primary perception in plant life. Su autor era Cleve Backster, un poligrafista que había colocado un detector de mentiras a las hojas de las plantas. Y encontró un cambio en la resistencia eléctrica cuando la dañaba o, simplemente, la amenazaba con dañarla.

Pero esto solo era el principio. Backster fue revelando que las plantas no solo sienten, sino también adivinan el pensamiento y reaccionan a emociones como el amor, el temor o el miedo. Incluso eran excelentes testigos judiciales. Backster "probó" que una planta reaccionaba violentamente frente a quien había arrancado y destrozado otra delante de ella momentos antes.

Semejantes descubrimientos impulsaron a que muchos se dedicaran a investigar el sorprendente fenómeno. Una de ellas fue Dorothy L. Retallack, que en su libro The sound of music and plants de 1968 decía haber comprobado cómo las plantas preferían la música clásica (en particular, la barroca) al estridente rock de la época. Algo que tuvo que ser de gran agrado para ella, organista y soprano.

Las ideas de Backster no son más que versiones friki de las investigaciones pioneras del físico bengalí Jagadish Chandra Bose de principios del siglo XX, que determinaron que era la electricidad y no la química la responsable de enviar señales por la planta. Estos trabajos dieron paso 70 años después a la neurobiología de las plantas, descrita por primera vez en 2006 por E. D. Brenner y colaboradores en el artículo Plant neurobiology: an integrated view of plant signaling. En esencia el término –confuso, todo hay que decirlo– se acuñó por las analogías que aparecen entre la neurobiología clásica y algunos aspectos de la fisiología de las plantas. Por supuesto, nada tiene que ver con la idea de que los tomates se pongan histéricos al hacer un gazpacho.

Bien mirado, si lo que dice Backster fuera cierto los vegetarianos se quedarían sin argumentos sensibleros.

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