Ciudadano autosuficiente

Cómo combatir la pobreza automovilística

Cómo combatir la pobreza automovilísticaEl combustible por las nubes y sin dinero para cambiar nuestro viejo coche, ¿qué podemos hacer?

Jesús Alonso Millán

Principalmente a causa de la guerra, el gasoil y la gasolina han subido mucho de precio. Tanto, que el gobierno ha establecido una ayuda de 20 céntimos por litro para todos los usuarios de automóviles, desde el cochazo al humilde utilitario. Esta ayuda está próxima a modularse según los ingresos y el uso que se le vaya a dar al vehículo. Hay que reconocer que es lo siguiente de injusto subvencionar el llenado de depósito de un SUV de los caros.

La ayuda de 20 cts. es pan para hoy y hambre para mañana. ¿Qué tal si damos un paso decisivo para huir de la pobreza automovilística? Es decir, cuando tenemos un coche viejo que no podemos cambiar alimentado con un combustible que apenas podemos pagar.

Te proponemos un sencillo plan con dos opciones principales:

a) Consigue un vehículo eléctrico

Tranquilos, no estamos hablando de un Tesla o de una carísima berlina como el Rolls Royce Spectre. Es cierto que el 90% de la oferta de coches eléctricos consiste en modelos de entre 50.000 y 100.000 euros por unidad, un precio inalcanzable para la mayoría. Pero poco a poco comienzan a aparecer otras opciones. Algunos coches convencionales ya empiezan a parecerse a lo que sería un utilitario eléctrico. Es lo que ocurre con modelos como el Dacia Spring, que sumando ayudas Moves y otras podrían quedar en no mucho más de 10.000 euros. La autonomía de estos coches es de unos 200 kilómetros, más que suficiente para el trajín diario, y con un coste del "combustible" eléctrico que es una fracción del de la gasolina o el gasóleo.Y podemos dar un paso más en la tarea de ajustar nuestro vehículo a nuestras necesidades.

La mayor parte de la gente solo necesita un vehículo de cinco plazas con 600 kilómetros de autonomía una o dos veces al año, para el viaje de vacaciones. El resto del año lo más probable es que necesitemos un vehículo de una o dos plazas y 50 kilómetros de autonomía, apropiado por ejemplo para ir de casa al trabajo. Es decir, un Vehículo de Movilidad o Transporte Personal, eléctrico a poder ser. Hay muchas opciones entre el utilitario y el patinete, toda clase de vehículos ligeros eléctricos con precios asequibles. Suelen tener un aspecto bizarro, puedes ver ejemplos aquí y aquí.

Al conseguir un vehículo eléctrico, no solamente vas a ahorrar mucho en combustible y reparaciones, sino que te desconectas del precio mundial del petróleo, que por desgracia suele estar ligado a guerras y calamidades. ¿Y los viajes largos con toda la impedimenta, cómo los hacemos? Muy sencillo, alquila un vehículo a tu gusto. Te saldrá mucho más barato que mantener un coche grande todo el año.

b) No compres un vehículo, úsalo

Esta opción es más asequible y flexible que la anterior, pero puede tener limitaciones según dónde vivas y cuáles sean tus necesidades de transporte. Consiste en sacar el máximo partido del concepto de Movilidad como un Servicio, en contraste con el concepto tradicional de Vehículo en Propiedad. Sin entrar en detalles, consiste en movernos de un lado a otro en toda clase de medios de transporte (taxis, ubers y cabify, coches alquilados, coches compartidos, servicios municipales de vehículos eléctricos, transporte público en todas sus modalidades, modalidades de uso del vehículo sin compra, etc.).

Dos avances recientes en este campo son los servicios combinados de movilidad, como el que funciona en Zaragoza (digamos que simplemente marcas en tu móvil origen y destino, el sistema se encarga de organizarlo todo) y las futuras redes de vehículos autónomos sin conductor, que te llevarán a donde quieras mientras tú tomas lecciones de idiomas en Duolingo o haces cualquier otra cosa.

 

 

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