Ciudadanos

Camps y Valcárcel o cómo sacar tajada de la sed del vecino del norte

DAVID MIRÓ 

 

El conseller de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, reza para que no sea necesario llevar agua del Ebro a Barcelona. Sus homólogos valenciano y murciano rezan justo por lo contrario, para que la sequía continúe y se lleve a cabo el bombeo y de ese modo aprovechar el precedente en beneficio propio. Puede que sea un detalle menor, pero para mi marca una diferencia muy importante entre la actitud de unos y otros.

Cada comparecencia del ecosocialista Baltasar es un acto continuo de contricción, se le ve tenso, cansado, consciente de que la solución adoptada va contra los principios que ha defendido históricamente, pero convencido también de que en una situación de emergencia los principios pueden y deben dejar de ser intocables, y hay que estar dispuesto a asumir el desgaste correspondiente ante la ciudadanía y su propia militancia.

Entre esa imagen, y la de la sonrisa maliciosa de Camps y Valcárcel en Valencia, su pose de impostada indignación, su lenguaje agresivo y grandilocuente hay un mundo. El que hay entre el que tiene la dignidad de dar la cara (e incluso que se la rompan ) y los que sólo pretenden pescar en río ajeno, ya sea agua o votos.

El tiempo dirá cómo acaba esta crisis. Si Baltasar abandona el cargo por los errores de su gestión (mintió en el Parlament al negar que preparaba un trasvase del Segre) o si su partido paga una elevada factura electoral. La izquierda es así y quizá es bueno que lo sea. No perdona fácilmente que se orillen los principios a las primeras de cambio. Y quizá todos deberíamos aprender de vez en cuando a hablar claro y asumir que toda acción política supone contradicciones.

Lo que no es de recibo es aprovecharse de la desgracia del vecino, o en este caso de su sed, para intentar sacar tajada con argumentos falaces. Eso tiene otro nombre.

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