Trabajadoras esenciales e invisibles

Recogida de alimentos organizada por el Sindicato /  Sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles de Barcelona
Recogida de alimentos organizada por el Sindicato / Sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles de Barcelona

Laura Pérez Yanes (@LPYanes)

  • Mujeres en situación de precariedad crean un Sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles en Barcelona
  • El ámbito de los cuidados y de los trabajos en el hogar, actividad que la pandemia ha revelado como esencial, recae en gran parte sobre mujeres migrantes. La condición administrativa irregular agrava el riesgo de sufrir acoso, chantajes y coacciones sexuales
  • "No conoces tus derechos y nadie te los dice. Los averiguamos solas". Ahora estas mujeres tratan de ayudar a las recién llegadas para que no les ocurra lo mismo

Diciembre. Flavia acaba de llegar a Barcelona desde Argentina y ha conseguido un trabajo como cuidadora de un hombre oxigenodependiente. 800 euros al mes en régimen interno. Flavia, con estudios y años de experiencia relacionados con los cuidados, acepta. Pero, tras los primeros tres días, la hija del señor al que cuida decide echarla sin ningún motivo. Flavia no entiende nada, pero recoge sus cosas y se marcha a casa de una conocida. Al poco tiempo, vuelven a llamarla y, pese a lo vivido, accede. Esta vez solo lleva consigo lo imprescindible. Un mes más tarde, sin embargo, renuncia definitivamente. Durante esas semanas tuvo que soportar situaciones de acoso por parte del hombre al que cuidaba: manoseos, gritos, insultos. No aguantó más y en enero dejó el trabajo. "Fue de terror", reconoce Flavia al otro lado del teléfono. 

La condición migratoria, sobre todo en el caso de quienes se encuentran en situación administrativa irregular, agrava el riesgo de sufrir acoso, chantajes y coacciones sexuales. Así lo explica el informe de la Fundación Josep Irla Una violencia oculta, sobre el acoso a mujeres migrantes trabajadoras del hogar y de los cuidados en Cataluña. En esa comunidad, más del 25% de las mujeres migrantes que se dedican a esa actividad están en situación irregular y eso, prosigue el estudio, impide establecer protocolos de prevención y actuación, así como obtener datos reales sobre la incidencia del acoso en este sector.

Tras abandonar su trabajo, Flavia comenzó a buscar otro empleo y, allí donde dejara su currículum, comenzó a hablar con compañeras que, como ella, viven en situaciones de precariedad. Mujeres como Silvia, solicitante de asilo en España, que llegó hace nueve meses a Barcelona desde su Colombia natal. "Mi esposo es juez de paz en Colombia y le habían enviado amenazas, diciendo que los iban a matar y también a sus familias", relata. Por esa razón, viajaron con lo poco que tenían a Barcelona, pero al tercer día de haber pisado suelo español, sin dinero y sin contactos, la realidad se hizo "muy dura", recuerda Silvia con la voz quebrada.

De esas vivencias y de "las penas" que compartían con las compañeras que iban encontrando en el camino nació la idea de crear una red con la que sostener y arropar a otras mujeres en su misma situación. Formaron así, a principios de este año, el Sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles de Barcelona, una organización en la que se apoyan, desde la que visibilizan y sensibilizan, donde colaboran y aprenden.

Flavia y Silvia explican que cuando llegaron aquí pensaban que no tenían derechos por no tener papeles: "Es muy difícil, porque no conoces tus derechos y nadie te los dice. Los averiguamos solas". Ahora, desde el sindicato, tratan de ayudar a quienes llegan para que no les ocurra lo mismo, pero también luchan por quienes llevan años trabajando y necesitan un contrato para obtener el permiso de residencia. "Los papeles los conseguimos con un contrato, pero si no llevas tres años no puedes soñar con ellos. Es muy complicado, porque si no tienes papeles, no tienes contrato; pero si no tienes contrato, no tienes papeles", denuncia Silvia.

Las medidas de confinamiento significan para estas mujeres no poder acudir al lugar de trabajo y, por tanto, dejar de ingresar su sustento. 

El ámbito de los cuidados y de los trabajos en el hogar es una de las actividades que la pandemia de coronavirus ha revelado como esenciales y gran parte de esas tareas recae sobre los hombros de mujeres migrantes. De hecho, el análisis de la última Encuesta de Población Activa de la Unión Europea realizado por el portal VoxEU.org así lo confirma: más del 80% de las personas migrantes en la Unión Europea (UE) que dedican su tiempo y fuerza de trabajo a labores tan necesarias —y, a menudo, invisibilizadas— como los cuidados son mujeres. Además, una de cada tres personas que realizan tareas relacionadas con la limpieza y la asistencia en la UE son extranjeras y una de cada cuatro son personas migrantes extracomunitarias.

Regularización y visibilidad

Más de 30 mujeres han encontrado en el sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles un espacio de solidaridad, especialmente en un contexto como el que vive hoy todo el planeta. Las medidas de confinamiento decretadas por el gobierno significan para estas mujeres migrantes sin papeles empleadas del hogar no poder acudir al lugar de trabajo y, por tanto, dejar de ingresar su sustento. 

Comenta Flavia que esta situación afecta aún con más dureza a quienes, como ella, se encontraban sin trabajo antes de la crisis por el coronavirus y tenían que pagar el alquiler. "Hace unos días salí de donde vivía porque no podía pagar y terminé en un trastero con una amiga. Somos diez familias las que estamos prácticamente en situación de calle, de mucha vulnerabilidad", declara. "Un alquiler en cualquier pueblo te puede salir 400 o 500 euros y aquí solo una habitación cuesta el mismo precio. Se aprovechan de que no tienes papeles".

Desde el Sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles reclaman respeto y visibilidad para todas las mujeres migrantes que cuidan y limpian, que llevan a cabo tareas que otros no quieren hacer en condiciones de precariedad y de sobrecarga laboral.

Desde el Sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles reclaman respeto y visibilidad para todas las mujeres migrantes que cuidan y limpian, que llevan a cabo tareas que otros no quieren hacer en condiciones de precariedad y de sobrecarga laboral. Es más, en este sector "muy feminizado", señala UGT en el informe Trabajo doméstico y de cuidados para empleadores particulares, el salario que se percibe es un 59% inferior al salario medio bruto total.

En ese sentido, otra de las reivindicaciones del Sindicato de Mujeres Cuidadoras Sin Papeles es el acceso a un sueldo "justo", que se pague por las horas reales trabajadas. "Te ponen a trabajar muchas horas y te pagan la mitad de lo que has trabajado", confiesa Silvia. "Realmente una llega y piensa que porque no tiene papeles no tiene derechos y sí los tiene; pero la gente, cuando una no sabe, se aprovecha y hacen contigo lo que quieren".

La desprotección social y económica a la que se exponen las mujeres migrantes sin papeles trabajadoras del hogar parte, precisamente, de su situación administrativa irregular. Por eso, este sindicato se unió en el mes de abril al manifiesto por la regularización de las personas migrantes en España, que ya han suscrito más de 1000 organizaciones. Países como Portugal e Italia ya han optado por regularizar la situación de las personas migrantes en sus territorios para garantizar el acceso de todos y todas a la salud y la seguridad social. "Ojalá que acá también tengamos la misma suerte para poder seguir avanzando", anhela Flavia, pero, por el momento, en España el gobierno no contempla esa posibilidad.

Países como Portugal e Italia ya han optado por regularizar la situación de las personas migrantes para garantizar el acceso de todos y todas a la salud y la seguridad social. "Ojalá que acá también tengamos la misma suerte para poder seguir avanzando"

Solidaridad y cuidados

Mientras, las integrantes del sindicato se han puesto manos a la obra y han anunciado en sus perfiles en redes sociales varias iniciativas para ayudar a quienes el confinamiento ha dificultado aún más su día a día. Por ejemplo, todas las semanas organizan una recogida de alimentos para mujeres integrantes del sindicato y sus familias, así como para mujeres en situaciones de vulnerabilidad. También han creado una caja de resistencia con la que recaudar dinero para poder comprar alimentos y productos de limpieza, adquirir máquinas de coser y contribuir al pago del alquiler; y han impulsado el cuidado solidario, un voluntariado para cuidar a los hijos de aquellas compañeras que continuaban trabajando tras el cierre de los colegios y que estuvo en marcha hasta que se hicieron efectivas las restricciones a la movilidad. 

La pandemia ha retrasado la puesta en marcha de algunos proyectos, como la creación de "una guardería para madres precarias", con precios asequibles, o una agencia de empleo que permita contactar y emplear directamente desde el sindicato. Lo que no ha frenado es la lucha de las mujeres migrantes por el reconocimiento de sus derechos y por unas condiciones laborales dignas en un momento en el que se ha puesto rostro a quienes permanecían y permanecen invisibles para un sistema que las utiliza y las excluye al mismo tiempo.  "Nosotras cuidamos", dice Silvia, "pero ¿y a nosotras quién nos cuida?".