Con negritas

La patronal eléctrica también se mueve

Por si no tuvieran bastante con achicar agua ante los continuos rumores de movimientos corporativos de largo alcance en el sector, las eléctricas españolas deben decidir hoy quién las representa, una tarea nada fácil por culpa de las tensas relaciones que siguen manteniendo algunos de sus máximos responsables.

El mandato de PEDRO RIVERO al frente de Unesa vence ahora, y los presidentes de las grandes compañías están ante la disyuntiva de renovarle la confianza que depositaron en él hace dos años o de elegir a otra persona para que ocupe su lugar.

Rivero es un técnico que ha dedicado muchos años a la patronal, y que llegó a la cima de carambola cuando su predecesor, IÑIGO DE ORIOL, un auténtico pata negra, hijo del fundador de Unesa, abandonó el cargo pocos días antes de jubilarse en Iberdrola.

Lo normal hubiera sido que a Oriol lo sucediera otro presidente, siguiendo el orden rotatorio previsto para tales casos; pero entonces no estaba el horno para bollos, pues las eléctricas andaban a la gresca a causa de la opa hostil de Gas Natural sobre Endesa.

La designación de Rivero, en consecuencia, fue una fórmula temporal y de compromiso, a la que todos se avinieron a la espera de que amainara el temporal, a fin de no ahondar en su división y de evitar males mayores.

Otra cosa era prácticamente impensable, teniendo en cuenta que entre los electores había personajes con intereses tan contrapuestos como MANUEL PIZARRO y el propio Oriol, cuya empresa, acaudillada en la práctica por su consejero delegado, IGNACIO SÁNCHEZ GALÁN, pretendía sacar partido del asalto a Endesa.

Aunque las heridas no han cicatrizado por completo, aquel incidente pasó y las compañías eléctricas no están tan ocupadas ya en mirar hacia atrás como en diseñar su futuro, todavía incierto por la permanentemente aplazada reordenación del sector, inevitable a ojos de todo el mundo.

En su reunión de hoy, los prebostes de Unesa tendrán que optar entre mantener un año más la situación de interinidad, en cuyo caso Rivero seguiría en su puesto, o en dotar a la presidencia de un mayor peso político y representativo, para lo cual sería necesario que se sentara en el sillón uno de ellos.

La primera posibilidad es la que cuenta con más papeletas, pero nada se puede descartar en un ámbito tan convulso como el eléctrico.

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