Con negritas

El interesado e incoherente apoyo de EDP a Iberdrola

En la partida que se juega en torno a la propiedad de Iberdrola, EDP también ha querido echar su cuarto a espadas. El presidente del grupo energético portugués, ANTONIO MEXIA, acaba de insistir en algo que ya dijo el mes pasado en una entrevista publicada por el Jornal de Negocios. Según él, si se consuma el asalto de EDF a Iberdrola, el mercado europeo saldrá perdiendo, porque con ello aumentará la concentración empresarial, pero no la competencia.

Mexia considera que el punto débil de la operación radica en el hecho de que EDF es una empresa de capital mayoritariamente público (el Estado posee el 80%), lo que la convierte en inatacable. Esa circunstancia, que desde que se conocieron las intenciones de los franceses ha sido denunciada también en España, constituye sin duda una anomalía, pues por su culpa la relación de EDF con cualquier otro operador será siempre asimétrica.

Las palabras de Mexia, sin embargo, aunque estén cargadas de razón, son interesadas, porque su posición va más allá de la de un simple observador de la batalla que se libra por el control de Iberdrola. La eléctrica que preside IGNACIO SÁNCHEZ GALÁN es una histórica accionista de EDP, donde actualmente tiene una participación del 9,5%. Y ese paquete pasaría a manos francesas en el caso de los franceses lograran su declarado propósito de desembarcar en Iberdrola.

Por otra parte, la queja de Mexia sobre el carácter público de EDF resulta chocante al venir de un grupo tutelado por el Gobierno portugués, que se reservó la titularidad de un 20% del capital cuando decidió privatizarlo y que ostenta derechos políticos superiores a los del resto de los socios, entre los que se encuentran también Cajastur y Caixa Xeral.

Esas prerrogativas convierten a EDP también en una compañía blindada, que no se rige sólo por las normas del libre mercado, sino también por imperativos políticos, como quedó de manifiesto en las últimas elecciones presidenciales, en la que todos los candidatos tomaron posiciones contra un eventual asalto de Iberdrola.

Aunque ahora las aguas bajan más sosegadas, la eléctrica española nunca ha sido bien acogida en Portugal, hasta el punto de que ni siquiera ha podido conseguir la presencia en el consejo de administración que por su participación (la segunda más importante) le correspondería.

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