Con negritas

El pirómano que apagó el incendio de Alitalia

Cuando estaban a un solo paso de despeñarse, los sindicatos de Alitalia han detenido su loca carrera hacia el abismo. Unos retoques en el plan laboral les ha servido de excusa para aceptar la única oferta que estaba sobre la mesa. Si no surgen contratiempos, la compañía italiana de bandera tendrá una nueva oportunidad de la mano de CAI: el pool de empresarios capitaneado por el presidente de Piaggio, ROBERTO COLANINNO.

Éste había dado por imposible su empeño, ante las invencibles reticencias de los trabajadores a aceptar los sacrificios que la salvación de Alitalia requiere. Sin embargo, a finales de la semana pasada, los representantes de CAI volvieron a la mesa de negociación con algunas mejoras que les permitían a los sindicatos salvar la cara, y gracias a ello la aerolínea del país transalpino tiene hoy una oportunidad de reemprender el vuelo.

El arreglo ha sido producto de las intensas presiones de SILVIO BERLUSCONI, que no estaba dispuesto a pasar a la historia como el presidente del Gobierno bajo cuyo mandato desapareció Alitalia. Su tenacidad, empero, no debe tapar el hecho de que buena parte de la responsabilidad de que las cosas hayan llegado adonde han llegado es indudablemente suya.

Por pura conveniencia política, Berlusconi fue uno de los que mayor ahínco puso en estropear, hace cinco meses, la compra de Alitalia por el consorcio franco holandés Air France-KLM, que hubiera resuelto el problema. Así que, en este asunto, Il Cavalieri ha desempeñado el cínico papel del pirómano que apaga el incendio que él mismo contribuyó a provocar.

Para ello recurrió a su abultada agenda y convocó a otros hombres de negocio, con los que ha contraído una deuda de honor que algún día, sin duda, le pasaran al cobro. No obstante, Berlusconi les ha agradecido por adelantado el favor, al entregarles Alitalia limpia de polvo y paja, pues el Estado se quedará con el lastre financiero de la compañía, que no es poca cosa.

Los contribuyentes serán, por tanto, quienes a la postre apechuguen con el coste de años de abusos y de mala gestión, aunque eso estaba más que cantado. En los últimos tiempos se ha convertido en costumbre que las empresas, incluso las semi públicas como ésta, acaparen los beneficios y, cuando vienen mal dadas, socialicen generosamente sus pérdidas.

El socio industrial

El acuerdo ha propiciado que Air France-KLM y Lufthansa intenten de nuevo meter la cabeza en Alitalia. El Gobierno ve con mejores ojos la opción alemana, que carece de las aristas que la otra tiene. Air France-KLM nunca ha ocultado su deseo de retirarle al aeropuerto de Milano-Malpensa la condición de centro de distribución de vuelos (hub). Esa posibilidad pone los pelos de punta a los autonomistas de la Liga Norte, aliados de Berlusconi, por el serio quebranto que infligiría a su feudo electoral: la región de Lombardía.

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