Con negritas

¿Por qué llamarlo amor si es sólo conveniencia?

Va para un año que los socios de Vueling y Clickair, las dos mayores aerolíneas españolas de bajo coste, decidieron hacer de la necesidad virtud y emprendieron un proceso de fusión que culminará dentro de pocos meses, una vez recibidas todas las bendiciones de los reguladores nacionales y europeos.

El suyo no es un matrimonio por amor, sino de pura y simple conveniencia, ya que la pervivencia de dos marcas similares, enzarzadas en una brutal guerra de precios, resultaba insostenible, como quedó de manifiesto en el ejercicio de 2007, que ambas compañías cerraron con fuertes pérdidas.

Sus socios de referencia (Inversiones Hemisferio, de la familia LARA, en un caso, e Iberia en el otro) han demostrado, además, que no cultivan la virtud de la paciencia, pues Vueling echó a volar en 2004 y Clickair en 2006 y, por tanto, cuando iniciaron las negociaciones, llevaban poco más de un año coincidiendo en el aire.

La fusión, cuando se materialice, dejará a Iberia como primer accionista de la nueva Vueling, con el 45% del capital, pero con el compromiso de garantizar una gestión independiente, condición indispensable para superar el escrutinio de la operación por parte de las autoridades de la competencia.

El exministro JOSEP PIQUÉ, a quien José Manuel Lara reclutó personalmente en noviembre de 2007 para enderezar el rumbo de Vueling, continuará en la presidencia, aunque el día a día lo llevará, en calidad de consejero delegado, el actual director general de Clickair, ÁLEX CRUZ, un conocido experto en el transporte aéreo.

Su primer objetivo será ahormar la sociedad resultante, liberándola de los solapamientos habituales en cualquier fusión, para lo que se han fijado como horizonte el mes de junio, de modo que la nueva Vueling pueda afrontar con el menor lastre posible la siempre crucial campaña de verano.

Tiene que reducir la flota hasta no más de 30 aeronaves, frente a los 40 que suman las dos compañías, lo que choca con la sobreoferta existente ahora en el mercado como consecuencia de la cura de adelgazamiento a la que se ha sometido el sector en todo el mundo debido a la crisis económica. Y debe ceder derechos de aterrizaje en Madrid y Barcelona por exigencia de la Comisión Europea, a fin de que algunas rutas no queden en régimen de casi monopolio.

Panorama despejado

La fusión de Vueling y Clickair, aunque están por ver sus frutos, despeja el incierto panorama que se presentaba ante la aviación comercial española hace apenas unos meses, cuando esa operación no acababa de arrancar y, por otra parte, había serias dudas de que el consorcio escandinavo SAS fuerza capaz de encontrar propietario para Spanair, que finalmente ha sido rescatada por un grupo de empresarios catalanes, apoyados por la Generalitat y por el Ayuntamiento de Barcelona.

Sin opa o nada

De todas formas, para que el matrimonio entre Vueling y Clickair se consume, tiene que cumplirse un requisito impuesto por Iberia: que se le exima de lanzar una opa sobre el conjunto del capital, a la que en principio está obligada por superar el 30% de la sociedad resultante. La primera aerolínea del país no ve con buenos ojos esa posibilidad porque la obligaría a realizar un desembolso adicional sin obtener grandes ventajas a cambio, habida cuenta su compromiso de no inmiscuirse en la gestión.

Una tendencia creciente

Aunque ningún caso es igual que otro, últimamente hay cierta propensión a solicitar este tipo de exenciones. La ha pedido Enel para no verse forzada a hacer una oferta sobre el 8% de Endesa que flota en Bolsa y que podría costar alrededor de 3.000 millones. Y se barajó también cuando, a finales el otoño pasado, la petrolera rusa Lukoil intentó comprar el 20% que Sacyr tiene en Repsol y otro paquete algo menor propiedad de la Caixa y Caixa Catalunya.

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