Con negritas

El pulso de Díaz Ferrán y Bárcenas en Cepyme

La obsesión de GERARDO DÍAZ FERRÁN por laminar al presidente de Cepyme ha causado una innecesaria división de opiniones en la confederación de la pequeña y mediana empresa. JESÚS BÁRCENAS es un vestigio de la época de JOSÉ MARÍA CUEVAS difícilmente compatible con el objetivo del actual patrón de la CEOE de hacer tabla rasa con tantas cosas del pasado. Si le llega a bailar el agua, como otros dirigentes de la organización, Díaz Ferrán quizás lo hubiera indultado. Pero Bárcenas no ha querido pasar por el aro, quién sabe si alentado por JUAN JIMÉNEZ AGUILAR, antiguo secretario general de la CEOE y mentor suyo, al que el viento renovador ya se llevó en su día.

Hay varias cosas que Díaz Ferrán no le perdona, aunque lo que probablemente más le duela es el desapego que le ha mostrado a raíz de la grave crisis de su grupo. Bárcenas es el único que ha alzado la voz en público contra la continuidad del presidente de la patronal o, al menos, el que ha hablado más claramente, bien es verdad que siempre fuera de los órganos de gobierno. Eso le ha valido una creciente animadversión del interesado, así como duras críticas de muchos de sus compañeros, a pesar de que él se ha limitado a decir algo de puro sentido común: que los problemas de Díaz Ferrán llevan bastantes meses lastrando la capacidad de movimiento de la CEOE.

Por sacar los pies del tiesto, Bárcenas ha sido objeto de una campaña interna destinada a desautorizarle, so pretexto de su presunta incapacidad para meter en el redil de Cepyme a los autónomos. Como si ese heterogéneo colectivo no hubiera sido históricamente un hueso duro de roer, al que tampoco pudo hincarle el diente ninguno de sus antecesores. Con el hipotético propósito de sustituir a Bárcenas por alguien más efectivo, Díaz Ferrán ha lanzado a la arena a un hombre de su cuerda: JESÚS TERCIADO, presidente de los empresarios de Castilla y León. Pero, si esperaba que su antagonista se plegara, el tiro le ha salido por la culata.

El máximo responsable de Cepyme, que antes de esa maniobra había barajado la posibilidad de una oportuna retirada, está dispuesto ahora a dar la batalla en las elecciones de mayo, aun consciente de los poderosos apoyos con que Terciado indudablemente cuenta. Si no declina su interés, Bárcenas puede capitalizar el descontento de muchos dirigentes de Cepyme respecto de sus tradicionales relaciones con la CEOE, que siempre la ha tratado como una hermana pequeña, a pesar de que representa al 90% del tejido empresarial español. Ese malestar se ha intensificado ante el descarado intento de Díaz Ferrán de imponer a su nuevo presidente y no se puede descartar que tenga repercusión en las urnas, en el caso de que persistan las dos candidaturas.

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