Posibilidad de un nido

El silencio de los medios de comunicación

Los Reyes, Felipe VI y Letizia, durante su visita a la Biblioteca Nacional de España. E.P./Casa Real
Los Reyes, Felipe VI y Letizia, durante su visita a la Biblioteca Nacional de España. E.P./Casa Real

La comunicación es todo. Hubo un tiempo en el que la difusión del conocimiento solo existía en los monasterios, manuscrita, y entre una pequeñísima élite de poderosos, o en reducidísimos círculos en China. Por resumir. Luego, hacia el año 1450, un hombre llamado Johannes Gutenberg (eludo controversias) inventó los tipos móviles, o sea la imprenta. Cada cual tiene su revolución predilecta: la industrial, la francesa, la rusa, la del 68, la revolución sexual... Yo creo que la mayor revolución fue la invención de la imprenta. Permitió que circulara el conocimiento, la popularización del saber, y por lo tanto dio lugar a varios cambios históricos, entre los que destacan el nacimiento de los medios de comunicación y, por lo tanto, la posibilidad de la democracia. Estoy hablando, claro, de comunicación de masas.

Deme un momento, que voy hacia el rey de España.

Pasado el tiempo, hoy nadie duda de que sin comunicación no hay democracia, de que la libre circulación de ideas e informaciones es "sagrada" y un derecho, de que el primer paso de una dictadura consiste en el silencio, etcétera. Es más, a estas alturas del enloquecimiento de la difusión, damos por supuesto que tenemos acceso a todo aquello que ha sido publicado o difundido, a todo documento existente. Pongamos que sí, y ya es mucho poner.

La cuestión no es si tenemos acceso a todo lo existente, a todo lo publicado. Insisto, pongamos que sí. La cuestión es quién lo ha difundido, quién lo ha editado, imprimido, transmitido. La comunicación de masas es cara, carísima, requiere una inversión de capital que pocos poseen. Cuando digo pocos no me refiero a personas, sino a entidades, corporaciones, empresas. La comunicación de masas: prensa, radio, televisión, cine, industria editorial. Probablemente usted tiene acceso a todo ello, ¿y? ¿Significa eso que, como la inocente idea de la imprenta popularizadora, usted puede conocerlo todo, que todo está a su alcance? Efectivamente, todo aquello que quienes tienen la capacidad para hacerlo han decidido difundir.

Y ahí, justo ahí está el rey. Es más, los dos reyes que este Estado nuestro ha consentido.

Este pasado sábado 20 de junio, el diario británico The Telegraph publicó la noticia de que la luna de miel del rey Felipe VI y su esposa Letizia costó medio millón de euros. Y que los pagaron a pachas entre su padre, el supuestamente apestado Juan Carlos I, y el empresario catalán Josep Cusí (ligado a la familia real, ligado a la familia Pujol...). Más allá de que tuvo que ser (de nuevo) un medio de comunicación extranjero quien informara de las tropelías de la monarquía patria, cabría suponer que al día siguiente toda la prensa española reproduciría la exclusiva. ¡Se trataba del Jefe del Estado! Nada. Como publicó este diario, nada de nada. Los principales periódicos de este país no consideraron que dicha información fuera de interés general.

Y ahí volvemos a la imprenta y a la comunicación de masas. Una democracia puede considerar, y considera, que la información es un bien fundamental, un derecho, uno de los pilares sobre los que se levantan los derechos de los ciudadanos y ciudadanas. Sin embargo, la información pertenece a quienes la difunden, y los medios de comunicación de masas, en España, llevan más de cuatro décadas de democracia hurtando a la ciudadanía información sustancial. O sea, construyendo silencio. Y el silencio es exactamente lo contrario a su supuesta función.

La ciudadanía debe poder confiar en sus medios de comunicación. Sobre ellos descansa la vigilancia de la función pública, Y, más allá, descansa el relato de lo que somos como país, el relato de nuestra historia, por lo tanto de nuestro presente y del futuro. La cuestión ahora parece que se centra en la mentira, lo que llaman fake news. Claro que no. La cuestión central no es la mentira sino el silencio.

Más de 40 años de silencio. Silencio sobre el franquismo del rey Juan Carlos, Jefe del Estado durante cuatro décadas; silencio sobre el franquismo del primer presidente de esta democracia, Adolfo Suárez; silencio sobre las fosas comunes que siembran el territorio; silencio sobre las honras de estado al dictador por esas mismas cuatro décadas; silencio sobre los torturadores de la dictadura y su impunidad; silencio sobre la creación del terrorismo de estado por parte del PSOE de Felipe González; silencio sobre miles y miles de mujeres torturadas y asesinadas por el simple hecho de serlo. Silencio, que es lo contrario de información.

La comunicación es todo. Y sigo creyendo que la mayor revolución fue la invención de la imprenta. Solo espero que ahora la tecnología, la posibilidad de difundir sin necesidad de invertir capital, repare lo que la propiedad de los medios ha emponzoñado.

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