Posibilidad de un nido

Yo quise ser periodista, Ferreras

Yo quise ser periodista, Ferreras
Antonio García Ferreras

Cuando decidí, apenas decidiendo, ser periodista no pensé en que formaba parte de un país con más de 4.000 fosas comunes, gruposprisa, garcíasferreras, felipesgonzález, concertadas y demás. Cuando lo decidí solo pensaba ingresar en la Autónoma de Barcelona, saber sobre Cirlot, estar lejos de algo.

Acabo de darme cuenta muy recientemente de que había una playa y yo corría en dirección opuesta a lo anterior. De que lo anterior era el silencio. De que toda mi construcción, desde aquel primer curso del 86, ha sido una lucha contra el silencio.

Contra el mío.

Contra el vuestro.

Contra el nuestro.

Ha sido la mía una construcción periodística, más de tres décadas, y sobre ella una construcción literaria, más de una docena de libros, y una construcción íntima que a veces arrasa con todo y otras construye. Todas contra el silencio. El silencio no es la ausencia de sonido. El silencio, en sociedad, es inventar ruidos que tapen la verdad, que la entierren, como todo en España. País de fosas.

Esto a lo que llamamos democracia se basa en un puñado de derechos, entre los cuales sobresale uno: el derecho a la información veraz. Sobresale. Puedes tener derecho a la vivienda, al contrato matrimonial, a la idea de sufrimiento, al dinero del padre, a lo que se te ocurra, pero sin la información que lo sustente, lo proteja, lo redacte, lo difunda etcétera, apenas es cenizas.

A eso decidí dedicarme.

Una no es periodista porque se saque un título, le den un trabajo, narre lo que le digan. Ser periodista consiste en rubricar un pacto con la sociedad basado en la ética. Yo me comprometí a que tú sepas lo necesario para decidir quién te gobierna, dónde está el mal, quién crea, qué avance de la Ciencia modifica tu ser en el mundo.

A eso decidí dedicarme. Lejano día aquel, lejanísimo.

Podría el idiota afirmar que la democracia se basa en el derecho a decidir, oh, what a wonderful world it would be. Y un pimiento. Ninguna democracia puede establecer dicha base sin aquella que la precede: el derecho a una información veraz. ¿Qué decidirás tú, supuesto ciudadanos con derecho a hacerlo, si no sabes cuáles son las opciones, y tras dichas opciones, qué historia late?

Vamos allá (de la Constitución):

Título I. De los derechos y deberes fundamentales

Capítulo segundo. Derechos y libertades

Sección 1.ª De los derechos fundamentales y de las libertades públicas

Artículo 20

Se reconocen y protegen los derechos:

a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

c) A la libertad de cátedra.

d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.

La base está en esa negrita y la negrita es mía. Nos asiste el derecho constitucional a recibir libremente una información veraz.

Otra vez: a recibir libremente una información veraz.

Veraz.

Jamás la hemos tenido.

Por no repetirme, paso a copiar la evidencia palmaria, pero no nueva, que publiqué el 28 de febrero de 2018, en La Marea:

En noviembre de 2016 conocimos un documento extraordinario, grabado en 1995, del que nadie parece guardar recuerdo.

El presidente Adolfo Suárez confesó a la periodista Victoria Prego en una entrevista: "La mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república".

Se lo dijo tapando el micro con la mano, en una confesión apestosa de confidencia triste, a la que ella contestó: "Y eso era peligrosísimo en ese momento".

Entonces, Suárez soltó la información como quien regurgita una basura: "Hacía encuestas y perdíamos...". Así que, ni corto ni perezoso, aquel cachorro abulense de la dictadura coló en la Ley de Reforma Política de 1977 "la palabra rey y la palabra monarquía".

Este es el documento al que me refiero: https://www.lasexta.com/programas/sexta-columna/noticias/asi-confeso-adolfo-suarez-por-que-no-hubo-referendum-monarquia-o-republica-haciamos-encuestas-y-perdiamos_20161118582ef9fe0cf244336f09709f.html

Lo publicó La Sexta en la fecha indicada.

Qué casualidad, La Sexta. Hace ya mucho tiempo que dicha cadena alardea a diario de la razón por la que decidí ir dejando poco a poco el periodismo. No conozco al hombre llamado Antonio García Ferreras. Sí, al coro que lo alhaja. No conozco al tipo que decide adornarse con frutos de sentina de la misma manera que decido olvidar a quienes lo acompañan. Son lo contrario a lo que yo decidí un día. Son lo contrario al periodismo. Son lo contrario al imprescindible compromiso del profesional con la población y la democracia.

Como digo, no hemos tenido información veraz. Si la hubiéramos tenido, aquel documento en el que Prego demuestra lo que sí se nos ha ofrecido siempre habría supuesto un escándalo mayúsculo. Que el presidente "encargado" de la Transición española le cuente a una periodista que hicieron trampas a toda la población pasó sin pena ni gloria. Que dicha señora, en contra de cualquier compromiso con la ética y consigo misma, se lo callara era, lamentablemente, normal.

En democracia, el periodismo es uno de los máximos responsables de la lucha contra el silencio. No es una opción fácil ni sale barata. El asunto que mezcla a Villarejo y Eduardo Inda es, sencillamente, lo contrario. También pues la participación de todo aquel que lo haya hecho.

Resulta gravísimo en este caso, porque ha modificado la posibilidad de transformación de este país. La guerra sucia contra Podemos lo ha hecho. Contra Podemos, contra els Comuns, contra las mareas, etcétera. Los medios de comunicación son los responsables de que la democracia española siga embrutecida.

Hacia 2011, grupos de hombres y mujeres jóvenes se organizaron por todo el territorio para cambiar aquello que permanecía inamovible desde que Suárez y los suyos hicieron lo que luego relató. Se le llamó 15M, surgieron partidos, movimientos, en las calles cundía una posibilidad. Por supuesto que intervinieron fuerzas económicas, políticas y de toda índole para frenar su avance, que fue rápido, pero sin la participación de los medios de comunicación, dicha tarea destructiva habría fracasado.

En los últimos años, han sido los medios, como siempre, los mayores constructores de silencio. Ya lo he dicho, el silencio se construye con mentiras y barbarie.

Como he contado al arrancar el artículo, me he dado cuenta de que toda mi vida ha sido una pelea contra el silencio, el íntimo, el familiar, el social, el político, el sexual... Pero me he dado cuenta también de algo preocupante. En los últimos años, ese empeño ya casi solo lo practico en lo literario, entre mis libros. No creo que llegue a claudicación, pero un cansancio sin fondo por el periodismo que se practica en este país me ha ido retirando. Imagino que la edad impone sus reservas de fuerzas.

Estos días se habla de lo de Ferreras incluso en la SER. Quizás más adelante, poco a poco, se llegue hasta Suárez, hasta los orígenes de esto que llamamos democracia. Lo será cuando cuente con la información veraz que merece por derecho.

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