Posibilidad de un nido

Yo doy pereza, pero Un Tío Blanco Hetero paga

Un Tío BlancoHetero, youtuber español. TYLERPRESTON20/ Wikimedia
Un Tío BlancoHetero, youtuber español. TYLERPRESTON20/ Wikimedia

Antes el pavo que se hace llamar Un Tío Blanco Hetero ganaba fama, público y aplausos por vejar, señalar y violentar a mujeres. Ahora, además, paga. Me parece una diferencia digna de tener en cuenta. Ahora ese acosador, cuyo método de ganar fama y aplausos consiste en señalar a mujeres para que otros miles de hombres las maltraten, las acosen, las violenten; señalarles además los modos y maneras adecuados, va a pagar una pasta por habérselo hecho a la artista visual y activista Yolanda Domínguez. La Audiencia de Madrid ha desestimado la denuncia que ese Un Tío Blanco Hetero puso contra la artista porque, pobre, se sintió ofendido, y además le obliga a pagar el juicio.

Estos días me he dado cuenta de que yo, en casa y en muchos círculos, hace ya tiempo que dejé de hablar de si el feminismo es verde o blanco, de si tal o cual es más o menos feminista, de ese tipo de cosas del pasado. Ya daba mucha pereza. Lo he constatado al comprobar cómo toda la campaña política de estas Elecciones Generales gira en torno a ese tema.

–¿Sobre qué vas a escribir tu próximo artículo?

–Sobre lo que está pasando. Cómo se plantean estas Elecciones como una especie de referendo sobre el feminismo en España y la violencia contra las mujeres.


–¿En qué sentido?

–En el sentido de que, desde la ultraderecha varia, hasta los parece que desgraciados amigos del presidente del Gobierno, no hablan de otra cosa.

–O sea, que hace cuatro años se peleaban a ver quién era más feminista y ahora lo hacen a ver quién es menos.

–Exactamente. Hasta Ana Patricia Botín se nos vendió como un ejemplo a seguir de gran feminista triunfadora.

–Qué pereza da todo eso.

Algo habremos hecho muy muy bien para que el feminismo en general y la violencia machista en particular se sitúen en el mismísimo centro de la campaña electoral. Muchos tienen que haber sido nuestros aciertos para resultar tan incómodas que desde el propio PSOE nada menos que Pedro Sánchez admita que lo somos. En contra de quienes lo ven como un desastre, me parece uno de los mayores logros del feminismo actual. Nosotras hemos venido a incomodar. ¿A qué, si no? Cualquier movimiento político que cuestione los privilegios de una parte de la población –imagina el que cuestiona a la mitad– tiene que resultar por fuerza molesto. Lo contrario sería un estrepitoso fracaso.

Otro triunfo, además, es por qué resulta tan ofensivo, desagradable, irritante. Se trata del espejo. El feminismo no hace otra cosa que colocar un espejo ante la sociedad. Quien se siente interpelado, incumbido por lo que ve, se incomoda, como poco. Normalmente, se cabrea. Pero ¿qué es exactamente lo que le enoja? Ni más ni menos que lo que ve en el espejo. Es decir, a los amigos de Pedro Sánchez y a todos aquellos que ahora juegan a ver quién es menos feminista, les incomoda su propia jeta. Oh.

Mientras tanto, hace algún tiempo que descubrí que, como dicen las chavalas, nosotras hemos pasado de pantalla. Una no puede dormirse en los laureles en medio de la sabana, la sabana no tiene dónde esconderse de las fieras. "A Yolanda Domínguez hay que matarla"; "Yo opino que hay que prenderla fuego de una plaza pública, así escarmientan todas"; "Putas ganas de meterle una hostia"; "Pártele la cara"; "Feminista buena, feminista muerta". Son algunos ejemplos de los comentarios que recibió Un Tío Blanco Hetero cuando publicó su vídeo contra Yolanda Domínguez, según publicaba ayer este periódico, enfundado como siempre en su pasamontañas casero, qué calor, qué agobio. Ah, pero el tipo se sintió ofendidito cuando ésta lo señaló como "troll machista y violento con las mujeres". La denunció. Domínguez, junto con la abogada Laia Serra, le plantó cara en los tribunales, y ahora el hombre va a pagar por ello. Dinero. Va a pagar dinero.

Cada lucha tiene sus etapas. La de la pedagogía, también llamada ir dando la tabarra, se ha terminado. Ya estamos en otra. Una vez comprobado que no se habla de otra cosa, que el feminismo y la violencia contra las mujeres está en el mero centro de todo el debate político, esa pantalla la hemos superado con éxito. Ahora nos vemos en los tribunales. Gracias a Yolanda Domínguez y a Laia Serra, porque con ellas es mucho más fácil escribir este artículo.

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