Posos de anarquía

Todos contra el PP o el PP contra todos

Más allá de que uno comparta o no su ideología, hay que admitir que Esperanza Aguirre es un animal político como ninguno. La lideresa de Madrid no da puntadas sin hilo, siempre astuta, jamás dando un paso en falso que se desvíe de la estrategia que tiene en su cabeza. Con el paso de los años, Aguirre se ha convertido en una maestra de la manipulación, sabiendo cómo presentar los hechos para que la sitúen como la víctima humilde e indefensa. Este hecho fue especialmente palpable cuando se presentó como una sexagenaria que había aparcado en el carril bus en lugar de, como demostraban los vídeos, comportarte como una señora prepotente que no respeta a la autoridad e, incluso, atenta contra ella dándose a la fuga de manera peligrosa.

Ahora, en plena precampaña electoral, Aguirre va a desplegar todo su arsenal táctico. Ya ha comenzado, de hecho. Su última "ocurrencia", como la ha calificado el PSOE, es aceptar los debates electorales pero únicamente compartiendo mesa con un partido político cada vez. Su justificación es que no quiere que los debates se conviertan en un "todos contra el PP". Este discurso no es nuevo, es el que venimos escuchando a los portavoces del PP -po lo general, bastante más torpes, dialécticamente hablando, que Aguirre- en los debates del sábado por la noche tanto en Telecinco como en La Sexta.

La lideresa riza el rizo y, si ya de por sí los debates electorales en España aportan por lo general poco, por lo equivocado -y limitado- de su formato que con preguntas pactadas únicamente permite que los candidatos escupan sus discursos, ahora la popular los quiere descafeinar aún más. La diferencia respecto a sus compañeros del sábado noche es que, aunque ella diga que quiere escapar del "todos contra el PP", lo que en realidad le espanta es que el ciudadano constate que lo que impera es "el PP contra todos".

El modo con que Rajoy ha gobernado España, aprovechando su rodillo de la mayoría absoluta, es un fiel reflejo de cómo los populares han gestionado las instituciones autonómicas y locales en las que gobiernan. Los decretazos de Rajoy ya superan los 60 en esta legislatura y, como recientemente pudimos comprobar con la Ley Mordaza, sin ningún ánimo de diálogo o negociación con la oposición. Ya su primer año de legislatura fue revelador: en doce meses aprobó más de la mitad de los Reales Decretos que se aprobaron en los ocho años previos de Gobierno (29 frente a 51).

En mi opinión, eso no es democracia, cuyo pilar principal es el diálogo, la confrontación de ideas, la argumentación y la contra-argumentación. En su lugar, el PP prefiere la imposición, aunque la legitimidad de la obtención de su mayoría absoluta sea más que custionable. En esencia, eso es estar contra todos, a los que ni siquiera se da voz. Esperanza Aguirre es consciente de ese estilo político y lo que persigue con sus mini debates es que la ciudadanía no lo perciba. Una pena, considerando que ella presume de ser amante del debate ideológico.

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