Posos de anarquía

El enemigo público número uno de EEUU

 

El enemigo público número uno de EEUU
Donald Trump. REUTERS / Jonathan Ernst

Donald Trump es, sin lugar a dudas, el enemigo número uno de EEUU. Su rostro debería encabezar la famosa baraja de terroristas que manejó en su día la Administración estadounidense porque nadie representa mayor peligro para esa nación -y el mundo entero- que este magnate; el mismo que, con motivo de las protestas de Mineápolis, ha vuelto a demostrar cuán racista es.

Hace seis años ya que escribí la columna La segregación racial es real en EEUU, con motivo de otro crimen policial racial en Ferguson (Missouri). La situación, lejos de mejorar, ha empeorado, con un racista en la Casa Blanca. El racismo es más que evidente en EEUU y, lo que es peor, entre sus cuerpos de seguridad. Las imágenes en vídeo de la inmovilización que produjo la muerte de George Floyd no dejan lugar a dudas... y esas imágenes de brutalidad policial contra la población negra, aunque no siempre con el mismo desenlace y no siempre captadas por un teléfono móvil, se reproducen con demasiada frecuencia en EEUU.

En lugar de atajar esos abusos, ese ataque a la misma Constitución estadounidense, Trump aplaude la represión, alienta ese tipo de comportamientos y se une al pelotón de matones de tres al cuarto con poder para masacrar a los colectivos más vulnerables. Empleando idéntico discurso rascista que en la peor Norteamérica de los años 60, llama a soltar los perros, a descargar todo el odio contra quienes reclaman justicia.

Un hombre de Estado buscaría calmar los ánimos, llamar al sosiego, hacer justicia. Trump no lo es y, por tanto, lo que hace es escupir su odio, repartir culpas y llamar a sofocar a tiros el problema que él nunca se ha preocupado en resolver. Culpa a los medios de incitar "al odio y la anarquía", pero es él quien da carta blanca para disparar primero y preguntar después, especialmente si el objetivo es negro. Como fascista que es, el magnate millonario amenaza con ilegalizar a quienes se declaren antifascistas, incluyéndolos en lista de organizaciones antiterroristas, pues esos movimientos cuestionan todo cuanto representa el republicano.

En noviembre habrá elecciones presidenciales y será el momento para que cualquiera que se sienta demócrata le indique con su voto a Trump la puerta de salida de la Casa Blanca. Mujeres, personas migrantes, negras, latinas, jóvenes, ambientalistas... la lista de colectivos sobre los que Trump ha volcado su desprecio es tan extensa que nada parece justificar un segundo mandato del enemigo público número uno de EEUU. Él es el terrorista, cada vez más peligroso y absolutamente prescindible.

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