Posos de anarquía

La cobardía de Vox

La cobardía de VoxLo mínimo que se le puede exigir a un partido político es coherencia. Es la quintaesencia de una formación, incluso de una fascista, porque si su discurso no se ve respaldado con sus actos, salvo las masas aborregadas nadie podrá seguirla porque, sencillamente, no sabrá que está siguiendo realmente. Eso pasó ayer mismo con Vox: después de demonizar el Ingreso Mínimo Vital (IMV) con toda suerte de mentiras, la extrema-derecha no votó en contra de esta medida de justicia social. ¿Rectificar esde sabios? Pues no siempre, pero el problema es que Vox no rectificó, sencillamente, no tuvo el coraje de votar en contra de una medida que rechaza y que está llamada a sacar de la pobreza a millones de sus compatriotas.

Primero lo llamaron "paguita". Era su manera de tratar de menoscabar una ayuda que nunca debió ser necesaria, porque en una democracia madura de la que tanto les gusta presumir a algun@s, nunca debimos tener a un tercio de nuestra población viviendo en la miseria. Con el discurso de la "paguita", la extrema-derecha señalaba a las personas receptoras del IMV como vagas, mordiéndose la lengua quizás, para no añadir lo de maleantes... o que están en un "estado pseudovacacional" tras la crisis del COVID-19, como dice Marhuenda.

Pronto se dieron cuenta de que andaban escupiendo al cielo, porque armar su discurso contra el IMV en torno al concepto de "paguita" era insultar a sus propios compatriotas, a potenciales votantes, a estratos sociales de los que estos populismos fascistoides han querido siempre beber con arengas falaces. Y retomó esas arengas, las xenófobas, las que pretenden desviar la atención sobre un efecto llamada a migrantes que vengan en masa a por su IMV.

Esa argumentación también era falaz; nada nuevo cara al sol cuando hablamos de Vox, que lleva la mentira inserta en su ADN. Ahora, además, la cobardía porque, incluso teniendo en cuenta sólo su nueva teoría del efecto llamada, ¿por qué no votó en contra? Sencillo, porque detrás de esa pose dura de sus representantes no hay más que un canguelo que escurre por las canillas sólo de imaginar el tiro en el pie que se habrían pegado de votar en contra.

En realidad, el tiro se lo han pegado igual: tomando la votación del Congreso nadie podrá reprocharles que Vox se opuso al IMV pero, ¿qué hay de quienes sembraron las redes sociales de hashtags de "paguita" y "efecto llamada" durante semanas? ¿Qué pensarán todas esas personas al ver traicionadas sus expectativas, al ver que con dinero de su bolsillo se va a contribuir, según el discurso de Vox, a favorecer a las mafias de tráfico de personas y al sustento de quienes no quieren dar palo al agua?

Pues les diré yo lo que la mayor parte de esas personas pensarán: nada. Y no pensarán nada porque tampoco lo hacían antes, porque conforman en su mayoría una masa aborregada, aferrada a una bandera para combatir sus complejos identitarios, que se mueve a golpe de sinrazón. Afortunadamente, habrá una minoría que se descuelgue, poco a poco, como aquellos que un buen día se dieron cuenta que "aunque España y la bandera me puedan, nunca obligaría a mi hija violada a tener el bebé", como defiende Vox, por ejemplo.

Hay que continuar haciendo mucha pedagogía con el IMV, porque discursos como el de la cobarde Vox o el desnortado PP no ayudan a clarificar el asunto. Los de Casado votaron a favor, entrando también en contradicción, incapaces de plasmar con su voto lo que siempre han defendido: una sociedad de clases en la que ell@s quienes ser élite que deje caer limosnas. Seguiremos con esa pedagogía, desenmascarando a sus máximos detractores, que son quienes más riqueza tienen, y haciendo entender a colectivos, por ejemplo, como el de autónomos y autónomas que si ell@s se creen en situación precaria, ésta continúa siendo el paraíso comparado con los receptores y receptoras del IMV. Y es que, por cerrar, l@s autónom@s no han de luchar por un IMV para sí, sino por tener de una vez por todas una fiscalidad justa.

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