Posos de anarquía

Políticas insolidarias contra la sequía

Políticas insolidarias contra la sequía
Las obras de urgencia por la sequía han perjudicado gravemente los ingresos de la hostelería rinconera. - D.B.

Del mismo modo que sucedió con la pandemia, muchos gobernantes están abordando el problema de la sequía como si no fuera un problema global. La insolidaridad y la mirada cortoplacista vuelven a imponerse, especialmente en aquellas localidades gobernadas por la derecha. Si durante los peores meses del coronavirus, Isabel Díaz Ayuso antepuso en Madrid poder tomar cañas al cuidado de los mayores en residencias, ahora en Málaga Francisco de la Torre prima el bienestar de los turistas sobre las reservas de agua potable.

Málaga y la comarca de la Axarquía viven la peor sequía en dos décadas. Pantanos como el de la Viñuela se encuentran ya por debajo del 10% y el abastecimiento de agua potable para municipios como Rincón de la Victoria precisa del que le llega de Málaga. La situación, lejos de mejorar, va a peor y con la ola de calor de esta semana se espera que municipios como Coín alcancen los 46 grados centígrados.

Así las cosas, casi 400.000 malagueños y malagueñas sufren restricciones en el suministro de agua potable en la provincia y buena parte de los pueblos costeros han optado por cerrar las duchas en las playas. Rincón de la Victoria ya lo hizo el año pasado y esta temporada, además, ha cerrado también los lavapiés. Málaga, en cambio, mantiene todas sus duchas abiertas y no tiene intención alguna de cortarlas. El disfrute de los turistas está por encima del bienestar de quienes viven en la ciudad todo el año. Esa máxima que habitualmente está presente en las políticas de De la Torre también se extiende al modo en que no afronta la problemática de la sequía.

Mientras los pueblos vecinos sufren ya otras restricciones que van desde la prohibición de riego de jardines o del rellenado de piscinas, Málaga va por libre, sin considerar que de sus reservas también habrán de beber quienes están pasándolo peor. El alcalde se encomienda a la esperanza de que lleguen las lluvias en septiembre, fecha a partir de la cual no está garantizado que aguanten las reservas. Lo harían, quizás, si se acometieran medidas como el cierre de las duchas, pues muchos de los que vienen a pasar una semana ni conocen los problemas ni les importan, tan solo vienen a disfrutar sus esperadas vacaciones y no se privan de nada.


Si cuando se vayan las hordas de turistas en septiembre las restricciones van más allá de las duchas y es preciso aplicar cortes de agua en las viviendas, como de hecho ya sucede en otros pueblos andaluces, vendrán los mismos lamentos que ya se escuchan con motivo de las obras de urgencia para poder llevar agua regenerada para el riesgo de subtropicales (mango y aguacate) en la Axarquía. Estas obras, con un coste superior a los 15 millones de euros, han reventado el paseo marítimo de Rincón de la Victoria; la primera fecha de finalización de las obras dada por el presidente de la Diputación de Málaga, Francisco Salado, fue el 31 de marzo; posteriormente, se descubrió que la fecha en las licitaciones se extendía al mes de junio y, entonces, se fijó en el 15 de ese mes la finalización de las obras. Sin embargo, estas continúan con profundas zanjas en el paseo que impiden el normal desarrollo del principal motor económico de la localidad, la hostelería, que cifra la pérdida de ingresos en cientos de miles de euros.

Si hace una década se hubieran tenido en cuenta las advertencias de científicos y ecologistas que alertaron del colapso hídrico al que llevaría el cultivo masivo de mangos y aguacates viviríamos una situación bien distinta. Se ignoró el problema como ahora De la Torre mira para otro lado, para el del turismo, en mitad de la peor sequía en dos décadas. Nos pasará factura y esa derecha negacionista se inventará un nuevo culpable cuando, en realidad, es ella la que nos atiza la estocada.

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