Posos de anarquía

La España surrealista que pasa del sainete a la tragedia

La España surrealista que pasa del sainete a la tragedia
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo antes del debate electoral. - Eduardo Parra / Europa Press

La política española destila dosis de surrealismo y las semanas posteriores al 23-J lo están confirmando. La sucesión de disparates es de tal magnitud que, quizás fruto de un mecanismo de defensa para no enloquecer, estamos normalizando lo que a todas luces raya lo absurdo. Leer una carta de Alberto Núñez Feijóo encabezada por un "Estimado Pedro", dirigida a Pedro Sánchez para solicitarle una reunión urgente, resulta esperpéntico, pero no menos que haya encuestas que aseguren que casi el 60% de la ciudadanía desee un pacto PP-PSOE.

Tras la celebración de las elecciones generales, el PP ha rescatado sus ácidas críticas contra el "gobierno Frankenstein", a pesar de que los conservadores precisan una suerte de apoyos tan variopintos que tampoco escapa de ese planteamiento de retales. La diferencia, como expuse en el pasado, es que el resultado sería más parecido a un gobierno Drácula que terminaría vampirizando nuestro Estado de Bienestar.

El surrealismo se extiende al mantra de que gobierne la lista más votada. ¿Cómo es posible que diversos líderes del PP reclamen esta opción, deslegitimando las mayorías parlamentarias, cuando ellos mismos llegaron a sus gobiernos autonómicos sin haber ganado unas elecciones? ¿Cómo se puede reclamar esa opción de manera simultánea a estar haciendo lo contrario en País Valencià o Extremadura?

El histrión continúa bajo una aparente sensación de normalidad cuando Feijóo trata al PSOE como "un partido de Estado", apenas unos días después de haberle negado esa condición, abriendo la puerta a un acuerdo con quien ha llamado "hooligan" en esta legislatura. ¿Quién querría asociarse con un hooligan para Feijóo o un "tirano" para Isabel Díaz Ayuso? Pues el PP, un partido para el que el valor de la palabra se difumina hasta límites inimaginables con tal de hacerse con el poder.


Lo sorprendente es que se dude de la gobernabilidad del gobierno de coalición PSOE-Sumar y, en cambio, un 58% de la población piense que un pacto PP-PSOE nos daría un gobierno estable. Pese a esa nostalgia del bipartidismo que ya no representa a España, ¿cómo puede ser que alguien mínimamente racional crea que dos fuerzas políticas tan enfrentadas, con modelos de Estado tan diferentes, pueda dar lugar a una gobernabilidad sólida?

Tal y como he leído días atrás, España tendrá un gobierno Frankenstein porque es un país Frankenstein, con sensibilidades muy dispares que no se ven representadas únicamente por el bipartidismo PP-PSOE. Imagino que por esta misma razón vemos estos niveles de surrealismo en nuestra política: nuestros representantes nos regalan este continuo sainete porque España en su conjunto lo es. De otro modo no se explica que más de la mitad de la ciudadanía se encomiende a un pacto PP-PSOE absolutamente antinatural, impostado, irracional. No existe un solo argumento a favor de la democracia que respalde ese planteamiento y, sin embargo, tiene un respaldo nada despreciable. Lo paradójico del asunto es que  el 84% lo considera improbable y, en lugar de trasladar las razones de ese inviabilidad a sus deseos, siguen priorizando el pacto bipartidista.

España contabiliza alrededor de 3.000 muertes al año por atragantamiento. Eso supone que cada tres horas alguien fallece por esta causa. La sobrecogedora estadística podría incrementarse de cumplirse los deseos de ese 58% de la ciudadanía, porque un pacto PP-PSOE nos condenaría a una funesta deriva política. Y contra ese atragantamiento, no hay maniobra de Heimlich que valga, pasando del sainete a la tragedia.

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