Punto de Fisión

Santa Elena Superstar

Elena Valenciano lo tenía muy difícil para superar el show piscícola de Arias Cañete (que se va de gira europea con su anchoa como una reedición de Jacques Costeau corregida y aumentada) pero a los asesores del PSOE les pagan un dineral para algo. Gracias a ellos, la candidata ha desempolvado su etapa mística, confesando una adolescencia indecisa en que, como tantas otras jovencitas, la pared de su cuarto era una pista de carreras donde competían Jesucristo y el Che Guevara en dura rivalidad con Pablo Abraira. En aquella época, un poco anterior a La vida de Brian, el poster del Mesías imitaba un cartel del Far West:

SE BUSCA. RECOMPENSA: LA ETERNIDAD.

Era un mensaje muy hippie y muy poco Rouco, en el que las canciones de misa sonaban lánguidamente a los Beatles y a Simon y Garfunkel mientras los dos ídolos juveniles, el religioso y el revolucionario, se igualaban por las barbas. Sin embargo, para Valenciano, la trinidad terminó de completarse con la llegada de Felipe González, lampiño todo él, quien vino a posarse en el batiburrillo tomando la forma del espíritu santo, de la paloma o de la tercera pata del banco. En la rubia cabecita de la futura líder socialista los tres santones se iban batiendo en una mayonesa espiritual al ritmo rockero de Jesucristo Superstar (alguien debería haberle advertido que la estrella de la película es Judas).

Una lástima pero la mayonesa no terminó de cuajar. Con el tiempo la imagen del guerrilero cubano fue adaptándose a las diversas metamorfosis del capitalismo, decorando camisetas, chapitas y bolígrafos aproximadamente al mismo ritmo que el marxismo en manos de Felipe se iba volviendo más y más groucho. Finalmente todo desembocó en el Che Gabbana, Judas se ahorcó de un bonsai y la simbiosis se plasmó en esa camiseta donde una caricatura de Aznar con boina revolucionaria imita la pose inmortal que captó Alberto Korda: el Che-Ma. Y debajo: Mire usté.

Con los acordes de una ópera rock y un par de posters setenteros se resume la ideología del PSOE en una época en donde aún no se le había caído ni la O ni la S, aunque poco le faltaba. En este triste mercadillo mental han tenido que rebuscar los asesores para igualar la estampa de Cañete con boina carlista amaestrando a una anchoa (hop, hop), intentando que los votantes también pasen por el aro. Era lógico que si los fontaneros del PP se volcaban hacia MasterChef, los del PSOE centraran sus esfuerzos en Operación Triunfo. Hoy el caladero de votos oscila entre la gastronomía y la música pop, de manera que han tenido que construir su candidata, Santa Elena Superstar, como las concursantes en la academia televisiva, a fuerza de poses y de mechas. Por si a alguno le quedara alguna duda, la mención a Jesucristo Superstar sirve a la vez de anzuelo para aprendices de Bisbal y de guiño a la España católica más rancia. Por lo demás, Valenciano tiene razón en que todavía hay alguna diferencia entre ppopulares y psocialistas: los unos van a Europa como quien va a hincharse a un banquete y los otros a concursar en Eurovisión.

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