Punto de Fisión

Guárdate de los másteres Juan Carlos

Hay que reconocer que la Universidad Rey Juan Carlos tiene lo que se dice un nombre bien puesto. Otra cosa habría pasado de haberla bautizado con el nombre de Ramón y Cajal, María Zambrano, Miguel de Cervantes o Eleuterio Sánchez el Lute: entonces sí que las autoridades tendrían que andarse con ojo y no ponerse a repartir títulos y cambiar notas como locos. La institución que le concedió un doctorado honoris causa a Rodrigo Rato y que tuvo de rector a un plagiario no deja de asombrar al mundo académico con sus novedosos procedimientos en materia de investigación. El último de ellos, el descubrimiento de que la ex ministra de Sanidad, Carmen Montón, entregó su trabajo de fin de máster sin más ayuda que el papel de calco.

Con la Universidad Rey Juan Carlos ha llegado al límite la desconfianza popular hacia los estudios universitarios, aquel que Chiquito de la Calzada popularizó con el famoso lema: "Todo el mundo tiene un graduado escolar y tú tienes una etiqueta de Anís del Mono". Como muchas otras genialidades de Chiquito, se trataba de un chiste con doble filo, puesto que el mono de la etiqueta era una caricatura de Charles Darwin, algo que únicamente podía desconcertar a los graduados en Biología por la Universidad Rey Juan Carlos.

En mi barrio, donde lo más lejos que se podía llegar era a otro barrio, nuestros padres nos decían: "Ni se te ocurra estudiar una carrera, no vayas a acabar presidiendo un partido político". Al final Pedro Duque les dio la razón orbitando alrededor de la Tierra sólo para aterrizar de golpe y ocupar la plaza de ministro. El astronauta Duque es la versión moderna de aquel banderillero del que hablaba Belmonte, que acababa de gobernador y que, cuando le preguntaban cómo era posible, Belmonte respondía: "Ya ve usted: degenerando".

La titulitis aún no estaba de moda por los tiempos en que yo finiquité Filología Hispánica, a finales de los ochenta, pero ahora me corroe la duda y temo que cualquier día la directora de Público, Ana Pardo de Vera, rastree en mi currículum y descubra que tengo seis o siete másteres por la Universidad Rey Juan Carlos. Vete a saber si un día de ésos en que nos íbamos a hacer pellas y seguíamos de borrachera por cualquier descampado, no podíamos haber acabado todos con un máster en Economía Genital o en Apedrear Perros. Es verdad que aún faltaban quince años para que se fundara la Universidad Rey Juan Carlos, pero eso qué más le dará a una gente capaz de falsificar notas, firmas y fechas. Qué se yo, lo mismo tengo un máster en Literatura Picaresca del siglo XIV firmado por el Lazarillo de Tormes.

Torrente Ballester trazó muchos años atrás el personaje de un catedrático de La saga/fuga de J. B. a quien su hermana le decía: "Jacinto, eres muy listo para los libros, pero muy tonto para la vida". Gracias a Cifuentes, a Casado, a Montón y a Sánchez, sabemos que en España la frase funciona exactamente al revés. Lo sabemos también gracias al éxito vital de gente como Jesús Gil y Gil, Luis Roldán y los concursantes de Gran Hermano. Si en lugar de quemarse las cejas estudiando, Sánchez y Casado se hubieran dedicado a hacer la pelota sin parar y a intrigar por los pasillos como corresponde, ahora no se verían bajo la lupa. En el PP aseguran que lo de su jefe es único y puede que sea verdad; al menos, de momento, no ha aparecido ningún video de Casado robando litronas en una gasolinera. Ya lo advirtió Max Estrella: "Tengo el honor de no ser académico".

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