Punto de Fisión

Feijóo y Abascal, iguales para hoy

Feijóo y Abascal, iguales para hoy
l presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante su visita al Mercado Pere Garau en Palma de Mallorca junto a la presidenta del partido en Baleares, Marga Prohens, este martes. EFE/ Atienza

En plena resaca de las elecciones italianas, mientras media Europa toma aspirinas y la otra media vino blanco, acabamos de enterarnos de que Feijóo y Abascal (líderes del centro derecha y del centro más a la derecha, respectivamente) se reunieron la semana pasada para conocerse y hablar de sus asuntos. Como en tantas otras cosas, el flamante buque insignia del PP se ha adelantado al debate sobre la conveniencia o no de romper el cordón sanitario con la ultraderecha: a falta de una vacuna o un tratamiento seguro contra el virus fascista, lo mejor es tirar por la calle de en medio y contagiarse, que los anticuerpos españoles ya harán el resto.

A fin de cuentas, contagiados ya llevaban un rato largo, desde que acordaron un montón de pactos con los que repartirse un montón de ayuntamientos y comunidades autónomas, y la cosa tampoco ha resultado tan grave como nos temíamos. De hecho, ha resultado tan grave como siempre. Existen territorios -por ejemplo Madrid o Castilla y León- donde prácticamente no hay manera de distinguir a unos de otros, quizá porque aproximadamente la mitad de los correligionarios del PP son admiradores de Franco y la otra mitad de José Antonio. También tiene algo que ver esta simpatía repentina el hecho de que Vox, Abascal y buena parte de sus muchachos forman un río procedente de la cuenca fluvial de Peponia, de donde se marcharon un día no se sabe muy bien si por falta de ideales, de chiringuitos o de sitio.

El caso es que dos no se pelean si uno no quiere y que las derechas siempre acaban por remansarse en el centro, especialmente en un centro tan vasto y heterogéneo como el de la democracia española, donde en cuatro décadas y pico ha cabido de todo, desde la A de AP hasta la U de UCD, desde la C del CDS hasta la V de Vox, y desde jefes del Movimiento a ex ministros franquistas, pasando por neoliberales de cualquier pelaje, chaqueteros profesionales, Rosa Díez y Toni Cantó. Después de tanto pelearse y tirarse los trastos a la cabeza, cómo no iban a abrazarse Feijóo y Abascal para limar diferencias y echar cuentas a ver si los pactos que los han llevado a tomar el poder en diversas autonomías no se podrán extender a nivel estatal.

El único problema es que la noticia de esta reunión secreta se ha filtrado antes de tiempo, concretamente antes de la otra reunión que Feijóo tenía prevista con el presidente del PNV, Andoni Orduzar, quien ya había advertido que no va a participar en ninguna coalición donde esté presente Vox. Menos mal que Feijóo ya está acostumbrado a esta clase de sorpresas, al menos desde que se publicaron las fotos de su idilio naútico con Marcial Dorado, un narcotraficante con el que se iba tanto de vacaciones que no tuvo tiempo ni de leer un periódico para enterarse de a qué se dedicaba el hombre. Mucho se ha escrito del daño que le han hecho a Feijóo esas fotos con los dos disfrutando a bordo de un yate, pero ahí está, al frente del principal partido de la oposición, así que cabría preguntarse si las fotos no le habrán hecho más daño a Dorado.

Por lo visto, Feijóo le dijo a Abascal que su objetivo es ganar las elecciones y gobernar en solitario, lo cual parece un discurso demasiado escueto y egoísta para desperdiciar una reunión secreta en un hotel: para eso, bien podía haberle enviado un telegrama. Sin embargo, lo esencial en este tipo de encuentros cara a cara es mirarse a los ojos, estrechar relaciones, compartir un café y, si es necesario, untarse de crema la espalda.

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